El Sapo Vengador tocando un bajo


El Sapo Vengador, vocalista de la banda tapatía de punk, Sedición, está de pie en el escenario del Teatro Degollado.

Viste una bermuda negra, una playera con un estampado del disco Mezmerize de System of a Down y cubre sus ojos con unas gafas oscuras de cristal verde. Frente al micrófono, confiesa su incomodidad por recibir un premio de la Secretaría de Cultura de Jalisco. Entre aplausos de los asistentes a los Premios Minerva 2023 —músicos, periodistas, artistas, familiares y autoridades gubernamentales—, acepta el reconocimiento y agradece a su familia por su apoyo en más de 30 años de trayectoria

Esa noche fue la última vez que el Sapo Vengador, punk de 58 años, pisó un escenario. Siete meses después, murió. 

La noticia de la muerte del Sapo Vengador no trascendió de las redes sociales. En esquelas publicadas en Facebook, seguidores y amigos no cuestionan su deceso, se entristecen, pero lo aceptan. Agradecen su música y sellan la promesa de nunca olvidar su legado. Fotos del Sapo Vengador en fiestas y toquines, algunas donde se ve con cabello, que contrasta con su icónica calva; fotos con su barba de chivo y sus gafas oscuras. Como en el retrato que colocaron junto a su féretro.

Las dudas sobre la causa de la muerte del Sapo Vengador no se disipan en un simple scroll. Imposible no pensar en las muertes legendarias de rockeros. Las sobredosis, los escopetazos, las cuerdas, los suicidios, los excesos.

En la búsqueda de su muerte se encuentra uno, naturalmente, con la historia de su vida y su visión sobre el punk; y con el eco que tuvo Sedición en Guadalajara, México, Costa Rica, Panamá, Colombia y España. Su voz resuena en entrevistas publicadas en blogs, sitios en internet, redes sociales, charlas y conversatorios en videos de YouTube y, sobre todo, en sus canciones.

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“¡Líderes! / Miles de personas mueren diario/ hambre, violencia y destrucción/ y el mundo lleno con mentiras, de líderes corruptos que prometen solución/ ¡Líderes!/ mierda en sus discursos/ ¡Líderes!/ todos son corruptos/ ¡Líderes! / con hambre de poder”.
(Líderes, Extintos, 1989).

Portadas de los discos de Sedición: Extintos y Mordidos por la serpiente
Portadas de los discos ‘Extintos’ y ‘Mordidos por la Serpiente’.

Volando papalotes 

El artista visual y sonoro Israel Martínez presentó al Sapo Vengador en los Premios Minerva 2023 como uno de los personajes más influyentes de la contracultura en esta ciudad”, y como un activo de la escena musical subterránea de Guadalajara que sobrevivió a la “fuerte vigilancia” y a “escenas de represión salvajes que se vivieron en esta ciudad”.

Sedición, puntualizó, es la banda que tiene el récord de más clausuras en los toquines que organizaban en baldíos, preparatorias y salones de quinceañeras.

No es casualidad que Israel presentara al Sapo Vengador esa noche.

Además de ser su amigo, fue testigo del impacto que generó Sedición y los altibajos que tuvo la banda a lo largo de su historia. La mayoría de la bibliografía hallada en blogs, sitios web y videos de YouTube, alusivos a la historia de Sedición y al Sapo Vengador, traen la firma de Israel.

En entrevista, asegura que el Sapo Vengador es uno de esos personajes que le dedicaron “tanto” a la cultura, al arte y a la música, principalmente, y que culminaron su vida “sin pena ni gloria”; por eso le interesa que se haga eco de su croar. 

Esto va a ser un poco corrosivo, pero yo casi siempre escribo de Sedición desde que se fundó hasta mediados de los 90, que se separaron; luego duraron como un año, dos, sin tocar. Luego tiene como un segundo periodo de vida que va como del 97 al 99, y truenan. Luego hay un tercer Sedición, por así decir, del 2009 hasta hace dos años (2022) que empezó con problemas de salud el Sapo. No escribo de ese último periodo porque para mí ya no tiene mucha conexión con las ideas y la potencia que tuvo el grupo desde el 88

En la década de los 80, Israel era un adolescente que escuchaba, como varios de sus amigos, un programa en Radio Universidad de Guadalajara que reproducía música “subterránea”, en una época en la que géneros como el hardcore y el punk eran poco comunes en los oídos de los tapatíos.

El programa se llamaba Submisión y era conducido por el Sapo Vengador desde 1984. En esa misma época existía una banda de punk llamada Anarquía de Idiotas (A.D.I.) pero “no estuvo tan conectada con la gente y duró bien poquito”. Sedición, la banda fundada por el Sapo Vengador y Samuel Alba en octubre de 1988 se volvió entonces un referente.

En los programas de radio y en sus canciones, el Sapo Vengador abordaba cuestiones sociales y políticas, exponía alguna problemática de México o el mundo. Un cambio empieza fue el título del demo, grabado en casete, con el que se dio a conocer el proyecto. Con Samuel Alba en la batería, ‘Paco’ Valadez en la guitarra, ‘Paquito’ Cabrales en el bajo y Sapo Vengador en la voz, Sedición grabó de manera independiente Extintos, su primer disco, publicado en 1989. 

Me di cuenta que la música no sólo era música, sino que tenía un montón de connotaciones sociales, reflexivas, políticas, individualistas o comunitarias, como un sinfín de cosas—comparte Israel. 

Fotos de toquines de la banda punk Sedición en los 80
Fotografías de los toquines de Sedición entre los 80 y 90.

La banda se caracterizó porque cambiaba de miembros con frecuencia, no tenía una alineación fija. Sus discos dan cuenta de ello en los créditos. Por otro lado, en su palmarés destacan los conciertos que tocaron con leyendas del punk como la Polla Records, Eskorbuto, y The Cramps; así como ser de las primeras bandas mexicanas que tocaron en España, en 1992. 

Era una cosa de locura, pero una cosa de locura underground. A lo mejor era más conocido este grupo más reggae, El Personal, o Cuca, que ahí empezaba. Pero si tomas en cuenta que Sedición tocaba un género mucho más subterráneo, mucho más difícil estética, visual, filosófica y políticamente, y el papel de ya estar girando en el país de forma independiente, de irse a España… o sea, seguramente fueron la primera banda jalisciense en salir, yo creo que del país, y mucho más, al viejo continente, viniendo del movimiento punk que era un movimiento, digamos, de apestados sociales. Se me hacía bien chido, muy inspirador.

Los discos En las calles (1990) y Verdaderas historias de horror (1991) también los produjeron de manera independiente en vinilo. Para 1994 publicaron su disco En el vientre de concreto bajo el sello de Mix Records. En este último disco, destaca Israel, la banda ya no toca “tan rabioso” y, tras visibles influencias del punk español, tiene letras más introspectivas. 

El público no recibió el disco de la mejor manera porque sonaba diferente a lo que la banda venía haciendo, menos punk. Sin embargo, esos cambios fueron los que le gustaron a él. Letras no sólo de “mentarle la madre” a la Iglesia y al Estado, sino que complejizan en lo político y la participación ciudadana; que cuestionan las ideologías que suelen dividir en vez de unir a las personas. En un toquín, Israel se animó a contárselo al Sapo Vengador. Intercambiaron número telefónico y se hicieron amigos. 

De ahí viene mucha de la influencia, entre mucha gente, pero una fuerte influencia de Sedición, del Sapo, en mi labor. Fue la primera banda que yo vi que tenía esa actitud, algo así como “podemos ser tan especializados como tú quieras”, o sea, “podemos hablar de temas que sólo competen a los punks o podemos hablar de temas que competen al mundo”, y es algo que yo replico desde siempre en mi labor artística.

El artista visual Israel Martínez y el Sapo Vengador en los 90s
Israel Martínez y el Sapo Vengador, en los años 90.

Cuando se hicieron amigos, el departamento del Sapo Vengador era el punto de reunión para leer libros y escuchar música. Leonardo Da Jandra, Carlos Castaneda y Miguel de Unamuno eran sus escritores favoritos. Israel recuerda también su amplísima colección de discos, principalmente de post-punk, pero sobre todo su estilo de vida. Su forma de pensar, considera, era avanzada para su época. 

El Sapo Vengador, por ejemplo, trabajaba como chofer en un supermercado. A las 10:30 de la noche recogía a los empleados y los llevaba a sus hogares. A la medianoche, o después, concluía su jornada laboral. 

Un día le dije, “güey, ¿por qué tienes esa chamba tan extraña?” Y me dijo, “es la forma en la que puedo tener todo el día para estar leyendo y escuchando música”. ¡Madres! Veinte años después, ya hay movidas de ser consciente de tu tiempo, movidas contra trabajar, o “trabajar es de esclavos”, y ese güey ya lo hacía desde antes. En vez de ponerte una camiseta que diga “odio el trabajo”, más bien llevarlo a cabo en tu vida cotidiana. El güey trabajaba dos pinches horas nada más

Con Discos Denver, Sedición grabó Bajo la piel (1997) y Nada es sagrado (1998); además de una antología por el décimo aniversario de la banda, titulado X. En 1998 hicieron otra gira por España. En 1999, cuando Sedición terminó por separarse, el Sapo Vengador y su familia (su esposa Mónica y su hija Dafne) se fueron a vivir a San Diego, Estados Unidos, e Israel perdió la comunicación con él. Cuando volvieron a Guadalajara entre el 2005 y 2006 su amistad ya no era la misma, platicaban en “buen rollo”, pero sus encuentros eran intermitentes

No cambió su forma de ser, seguía siendo una persona muy amable, muy abierta, pero ya no convivía con la gente, ya no salía.

Las fotografías mentales de Israel, no obstante, perduran y salen a relucir. Como cuando el Sapo Vengador no quería quitar un panal de abejas que estaba en la ventana de su cocina por considerar que no tenía derecho de dañar a esos polinizadores. Lo recuerda también como un fanático del beisbol y como un punk que vivía en libertad y sin tapujos.

Pero la escena más entrañable es la del Sapo Vengador en su faceta como padre de familia, volando papalotes, en terrenos donde hoy está la Plaza Cordilleras, con su hija Dafne. 

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“Sale el sol y salgo de la cama/ comienzan las historias de toda la semana/ lunes a viernes, el trabajo es lo primero/ hay que sudarle mucho por un poco de dinero/ ¿qué pasa de mi vida? / ¿qué es lo que anda mal?/ ¡está llena de mentiras!”
(Todas las semanas, En el vientre de concreto, 1994).

El Sapo Vengador cantando, con playera de death kennedys
El Sapo Vengador con una playera de los Dead Kennedys durante un toquín de Sedición.

Arriba y abajo del escenario

Francisco Cabrales, Paquito, como es conocido, fue bajista de Sedición y allegado al Sapo Vengador desde los 18 años. Tres décadas y pico de conocerse. Su relación no estuvo exenta de altibajos y malentendidos. Del Sapo Vengador le gustaba “su ímpetu” y “su actitud”; lo que no, confiesa, era que les exigiera “mucho” a los músicos que conformaban la banda. Supone que la mayoría de los vocalistas y frontman son así. Los tropiezos, no les impidieron hacer música juntos.

Enfatiza que Sedición compartió escenario con bandas que él escuchaba como fanático, como La Polla Records, Eskorbuto y Negu Gorriak. Los recuerdos que creó en esos conciertos, con músicos que admiraba y se convirtieron en sus amigos, son los que más atesora. Del Sapo Vengador, apreciaba también su congruencia arriba y abajo del escenario. Como ser protector de los animales y del medio ambiente, y organizar toquines para beneficio de perros y gatos.

En aquellos entonces (los 80) la contracultura dio un brinco enorme. Había un montón de bandas de los 70 que ahí se quedaron, no había propuestas nuevas, no había propuestas frescas. Las que hubo, me atrevo a decir, eran Solución Mortal de Tijuana, Atoxxxico, Masacre 68, SS-20, Disolución Social de Monterrey, a lo mejor se me escapan algunas; pues eran puras quejas, puras quejas políticas-sociales. “El gobierno te hace, el gobierno te pisotea; la policía te hace, la policía te pisotea”. Pero no había una propuesta, y aquí lo interesante fue que el Sapo proponía con sus letras, proponía alguna solución a los problemas políticos-sociales. 

(En video, una presentación de Sedición para Bam Bam Records. Mayo de 2022).

Tras la separación de la banda a finales del siglo pasado, regresó en 2015 con el disco titulado Mordidos por la serpiente, una recopilación de sus éxitos, producido de manera independiente entre el Sapo Vengador y Jair Sandoval. En 2018, con Bam Bam Récords y otra alineación en la que ya estaba de nuevo Paquito, Sedición grabó Alimento para el Águila; además reeditó los vinilos de Extintos y Verdaderas historias de horror. En su 30 aniversario, la banda anunció una gira por Costa Rica, Panamá y Colombia; de las últimas veces que tocaron juntos, en 2022. Después de esos conciertos se separaron nuevamente.

—¿Por qué se distanciaron? 

Por un pleito anterior que tuvimos, de querer hacer cada quien las cosas a su modo, aunque a veces no sea la mejor decisión. Digamos que por diferencias de cómo manejar la banda

—¿Cuándo fue la última vez que lo viste?

De cuando regresamos de Colombia ya no lo volví a ver. Sólo llamadas, mensajes. Hasta el día que fui al funeral, ya lo vi. Ya cuando había fallecido

—¿Te tomó por sorpresa la noticia de su muerte? 

Él lo decía, él lo decía, “me queda un mes, me queda una semana”. Entonces estaba uno con esa expectativa. De que me tomó como sorpresa, obviamente sí ¿Me costó mucho trabajo asimilarlo? Sí ¿Sufrí bastante? Sí, porque, pues lo publiqué ahí en Facebook, en Instagram… fue toda una vida… fue como un matrimonio, con cosas buenas y cosas malas. La pasé mal.

—¿Por qué el Sapo Vengador decía que le quedaba cierto tiempo?

Por su enfermedad. Pero él decía, bueno, alguna vez nos comentó, que él creía tener cáncer de estómago, pero no, no fue por ahí la cosa, hasta donde yo sé. Incluso esa gira de Colombia ya fue malito, y pues dio todo. No porque haya tocado con él, pero es uno de los mejores frontman que ha dado México en el punk rock.

Aunque Paquito tiene ahora sus propios proyectos, resulta imposible desmarcarse de su historia en Sedición por los discos grabados, los toquines subterráneos en Guadalajara, Ciudad de México, Mexicali, Tijuana, entre otras ciudades; los conciertos con bandas internacionales, su gira por España y países de Latinoamérica; la influencia que dejaron en artistas de distintas disciplinas en la escena local, y las emociones que provocaron en sus seguidores. 

Muchas enseñanzas, bastantes enseñanzas que tuve de mi Sapo, y que sigo gozando y tratando de aprender más, con base en situaciones que viví con él. Yo creo que casi a diario lo pienso, me acuerdo de él.

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“Hoy es sábado, mañana es domingo, hay que ir a misa, portarse bien; hay que hincarse (suena una rechifla lejana) ¿ah, no están de acuerdo? ¿No? ¿Qué no les inculcaron los buenos modales de aquí de Guadalajara? Ir a misa todos los domingos, rezar, darse golpes en el pecho, etcétera, etcétera ¿no? Bueno, esto es para todos los que no van a misa, se llama Pecadores”.
(Sedición en vivo. Discos Denver, 1991).

Un anfibio justiciero

Agustín Gamiño Morando, el Sapo Vengador, nació el 8 febrero de 1965 y creció en la colonia Del Sur de Guadalajara.

De acuerdo con entrevistas que ofreció para distintos medios, desde pequeño estuvo relacionado con temas políticos y sociales. Su padre, ateo, le mostró la obra del caricaturista mexicano Rius; y en una ocasión lo cuestionó por repetir, sin analizar, el discurso que le enseñaban en la doctrina católica, a la que dejó de asistir. Sacudió sus ideas.

Cuando era adolescente y escuchó el disco Nevermind the Bollocks de Sex Pistols quiso descifrar lo que cantaba Jonny Rotten. Situación similar con el disco In God We Trust, Inc. de Dead Kennedys. Su padre era “bracero” y vivió su infancia en Estados Unidos. Hablar inglés le facilitó al Sapo Vengador asimilar las canciones que escuchaba. Entendió que a través de la música, el rocanrol, y en específico, el punk, podía cuestionar y expresar emociones, experiencias e inquietudes; provocar y proponer. 

Su atracción por los sapos viene de su infancia. En un paseo por el Cerro del Cuatro capturó un sapo y lo llevó a su casa. El croar nocturno del anfibio lo interpretó él como un llanto de sufrimiento por estar lejos de su casa, y se convenció de que tenía que regresarlo a su hábitat.

Esa historia estuvo presente en su memoria, y se materializó en un cuento que la maestra Chayito —impulsora de la lectura y la escritura en la secundaria— les dejó escribir de tarea. En su narración, Agustín contaba la historia de un sapo que era raptado por unos humanos y luchaba contra ellos para liberarse y poder regresar a su charco.

El cuento le valió la admiración de la maestra, el reconocimiento como estudiante sobresaliente del plantel, y el mote con que sería conocido prácticamente el resto de su vida: el Sapo.

Lejos de molestarle, lo adoptó con gusto

El Sapo Vengador en un toquín con Sedición
Los inicios de Sedición, en 1988.

Estudió en la Preparatoria 6, en Miravalle, y cada semana tenía que cruzar la ciudad para hacer algunas prácticas escolares en unos módulos que la Universidad de Guadalajara tenía en la zona de Belenes, en Zapopan (actual núcleo del Centro Cultural Universitario). Una de sus prácticas consistía en diseccionar sapos en un laboratorio.

Agustín se robó los anfibios para impedir que los mataran y se los llevó a su casa. En el jardín del patio trasero les hizo una pileta y ahí duraron varios años, al igual que su descendencia y unas tortugas que después tuvo.

En esa época escolar, empezó a dibujar una especie de historieta, a lápiz, en la que un superhéroe llamado el Sapo Vengador investigaba, de manera jocosa, cómica y alburera, los crímenes del Vampiro Violador.

La historieta pasó de mano en mano entre sus compañeros de la preparatoria y el apodo evolucionó. Agustín asumió entonces su nueva identidad y se convirtió, de la mano de su banda, Sedición, en uno de los pioneros de la escena punk de Guadalajara.

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“Primero los matamos y fue por diversión/ los comercializamos al punto de extinción/ ahora están, ahora están, extintos. ahora están, ahora están, extintos/ Ahora están extintos, extintos, extintos/ No podemos continuar así, destruyendo formas de vivir/”.
(Extintos, 1989).

Ilustración del Sapo Vengador
Ilustración hecha por el Sapo Vengador. Una especie de autorretrato.

El sueño de Dafne 

Frente al monitor de la computadora, de su casa en Londres, Dafne Gamiño asegura que una noche soñó con el Sapo Vengador, su padre, y despertó convencida de que iba a morir.

Cuando ella le contó su sueño, él sólo respondió con una mueca y un gemido, sin confirmarlo, sin negarlo. Al tiempo se enteró que estaba enfermo y su salud empeoraba. Entonces confirmó la premonición

A casi un año de su muerte dice que no ha soñado con él. Al menos no mientras duerme, porque despierta, su mente sí proyecta su imagen. Recuerda la sonrisa “muy bonita” que tenía.

En la garganta de Dafne se hace un nudo que de pronto es desbaratado por una sonrisa. El tema de la muerte del Sapo Vengador no le incomoda. Al contrario, comparte que era parte de la filosofía de su padre. Al ser la muerte la única certeza que tiene el ser humano, él profesaba que lo mejor era vivir al máximo: disfrutar el presente, aceptar la vida como viene. No estancarse en buscarle explicación a todo

Bajo esas ideas vivieron como padre e hija. Estaban convencidos que una caminata juntos, una llamada, un abrazo o una comida, era probablemente la última que compartirían.

Dafne es hija única. Creció entre canciones contestatarias, de protesta y de propuestas; entre ensayos, conciertos, chavos de pelos parados y fiestas en su casa. Era lo “normal”, el ambiente de sus padres. La escena subterránea de la ciudad, entre el punk y el hardcore. Más grandecita, sin embargo, se hizo fan de Selena e iba en la escolta de la escuela. A Mónica, su mamá, (tecladista de la banda Sin Razón Zoocial) le parecía contradictorio el asunto, la hija de unos punks escuchando tex-mex y abanderando un símbolo del Estado. Al Sapo Vengador esa ironía, más que molestarlo le daba risa.

Portada del disco de Sedición 'Verdaderas Historias de Horror', con lista de canciones a mano
Portada del disco ‘Verdaderas historias de horror’ y la lista de canciones.

Dafne reconoce que su padre “tenía su carácter”, “era mulillo de pronto” y “desconfiado”, pero no se inmiscuía en sus asuntos ni en los de otras personas. No le gustaba meterse en problemas. Decía que apenas podía con los suyos.

Nunca me dijo “no escuches esas porquerías”, simplemente me decía que si era lo que me gustaba, adelante. Sí me echaba carrilla de que “no pongas esos discos en mi tocadiscos porque me lo vas a quebrar”. De broma. Pero más bien era mucho de cuestionarme por qué me gustaba, que me cuestionara cosas.

La carrera musical del Sapo Vengador creció al igual que su “viaje personal” y la “perspectiva que tenía de la vida”. Las primeras canciones eran muy políticas, en contra del sistema, del Estado, la Iglesia. En los últimos días de su vida, en cambio, decía que el viaje y los cambios eran con uno mismo. No se arrepentía de las canciones que había compuesto, pero sentía un crecimiento emocional y espiritual. Dafne considera que los seguidores de Sedición no lograron entender del todo esa trascendencia. 

Realmente le valía madres lo que pensaras de su música, él lo hacía porque le gustaba. Le importaba compartir, eso sí, le gustaba convivir con gente que trajera nuevas ideas, nuevos viajes; la gente creativa en lo que sea, pintura, poemas, cualquier cosa que tuviera que ver con eso, le gustaba mucho. 

Sin pregunta de por medio, explica que el Sapo Vengador al final tuvo desacuerdos con Paquito Cabrales. “Algo pasó entre ellos”. Prefiere restarle importancia y recordarlo en los momentos de ensayos y escenarios, donde su padre vivía feliz, compartiendo con los demás sus mensajes, su música. Era la esencia de la banda. 

Aunque suene mal, sé que está mal decirlo, pero Sedición es el Sapo, si pusieran a otro güey a cantar no fuera Sedición. No nomás era lo que cantaba, sino todo lo que se involucró: la música, las letras. Al final lo vi muy cansado, claro, no estaba al cien por ciento en la última gira; ya lo vi como que estaba muy agradecido, y sorprendido de toda la gente que los escuchaba en Colombia. Las nuevas generaciones que querían platicar con él, que querían hacerle preguntas. 

Foto del Sapo Vengador en un sube y baja con su hija Dafne
El Sapo Vengador en unos juegos con su hija Dafne. Actualmente ella tiene un hijo y una hija y vive en Londres. Es diseñadora.

La anécdota del sueño fúnebre donde supo que su papá moriría, lo comparte Dafne para explicar que ambos tenían una especie de conexión espiritual o lazo emocional, cercano y fuerte. Que además del presagioso sueño que tuvo, el Sapo Vengador le contó que cuando estuvo tres días en coma soñó con un camino de flores donde lo esperaba su perro Chano, que había muerto un año atrás. Le dijo que cruzaría al valle de los muertos acompañado de su perro y bailando hardcore. 

Dafne estaba por viajar a Italia por motivos de trabajo cuando habló por teléfono con su padre. El tono de su voz le hacía suponer que él se encontraba mejor de salud, pero sus palabras le cortaron esa esperanza. El Sapo Vengador le deseó que fuera feliz, que siempre hiciera lo que le gustaba, que no se preocupara por él. Le encargó a Mónica y a su perra Chona.

Ya no volvieron a hablar.

Tres días después recibió la llamada de su madre. La funesta e inminente noticia llegó a sus oídos. Era el 23 de septiembre de 2023. Su padre había muerto. 

El Sapo Vengador “odiaba a la iglesia, a todas las religiones”. Sus canciones lo confirman. Dafne matiza: no reprimía, sin embargo, la forma en que cada persona interpretaba su espiritualidad. No hubo problema entonces cuando la abuela rezó un rosario durante el velorio para pedir por el alma del punk.

Dafne cree que ahora su espíritu está en todos lados. Dice que él creía que el cielo y el infierno estaban en el interior de todas las personas. 

Queda él como Sapo, como la persona, como la conciencia sin tiempo lineal y sin nada, y de repente va y viene; pero él como espíritu ya se hizo uno con todo, otra vez. Siento que es así. 

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“Dices que eres anarquista, te rebelas al sistema/ comienza contigo mismo, con una actitud honesta/ ¡Actitud de cambio!/ ¿Dónde está tu honestidad? ¿Dónde está tu mente abierta?/ ¡Actitud de cambio!”.
(Actitud de cambio, Extintos, 1989).

En los brazos de Muñe 

Mónica coloca sobre la mesa de manteles a cuadros un bonche de vinilos, CDs y fotografías guardadas en bolsas plásticas.

Con ella viene la Chona, una perrita que su esposo rescató y se la regaló con la promesa de que sería quien la ayudaría a cruzar al valle de los muertos; a él, lo acompañaría el Chano. Mónica lleva puestas unas gafas rosadas que le cubren sus ojos. No quiere mostrarlos porque se ponen llorosos. Casi se cumple un año de la muerte del Sapo Vengador, su pareja desde la secundaria, y su ausencia todavía le pesa.

Mónica Ascencio Rodríguez se fijó en Agustín Gamiño Morando durante una clase en la Escuela Secundaria Técnica 14 (Jardines de la Cruz, Guadalajara). Durante una participación en clases, él cuestionó la frivolidad de los propósitos de año nuevo mientras subían impuestos y las injusticias en el país. El comentario atrajo su atención. La música los terminó por unir. Ambos escuchaban The Doors, The Rolling Stones y Electric Light Orchestra; y casi no les gustaban los Beatles. Después de varios meses de amistad terminaron por hacerse novios. 

El papá de Mónica le decía que Agustín era el “menos pendejo” de sus amigos. Cuando se enteró que en realidad eran novios le dijo que era un chavo de lo peor. Su mamá una vez los encontró, caminando por avenida Juárez, en el Centro, agarrados de la mano. Le reprochó que saliera con un muchacho de pantalones rotos.

A ella no le importó. Iban juntos a buscar discos a las tiendas Quinto Poder y Musical Lemus, donde incluso se podían escuchar los álbumes. Cuando ella viajaba a Estados Unidos le compraba algunos materiales. Cuando él iba, hacía lo mismo. Mónica no lo dejó. Estuvieron juntos hasta el día de su muerte

El Sapo Vengador sólo hizo la primera comunión y Mónica no tenía ningún sacramento católico (su padre era agnóstico). Se entendieron como “librepensadores”, sin ataduras religiosas, y se casaron solamente al civil en 1986, cuando Mónica tenía cuatro meses de embarazo de Dafne.

Sin embargo, en 1992 cedieron ante algunos familiares y celebraron una unión católica que, afirma Mónica, para ellos no significó nada y sólo fue un juego.

Serie de fotos del Sapo Vengador tomadas por Mònica
Serie de fotografías tomadas por Muñe, la esposa del Sapo Vengador.

Antes de eso, vivieron en Estados Unidos, entre 1987 y 1988, con Dafne pequeña. El Sapo Vengador trabajó en un Jack in the box y en un Taco Bell. Con el dinero que ahorró se compró una batería y regresaron a Guadalajara, convencido de que tendría su propia banda de punk. La instaló en casa de sus padres, en la colonia Del Sur, y ahí ensayaba. Eran los albores de Sedición. 

Bromea que le echaban carrilla de que se llamaba ‘Salación’, porque sus toquines solían ser clausurados. Tocaban regularmente en El Bodegón, un centro cultural que estaba en la colonia Del Fresno, en terrenos baldíos o donde pudieran pasar desapercibidos de las autoridades. La policía tronaba los eventos o intentaba arrestarlos por la facha que tenían. Dice Mónica que los punks eran considerados lo peor de la sociedad, que los tenían fichados.

Sedición, que alzaba la voz ante estas injusticias, contra la clase política o religiosa, y un Sapo Vengador que acompañaba la causa ecológica y de protección de los animales (adoptó durante su vida diez gatos y cinco perros), se convirtieron al tiempo en un referente, uniendo a fanáticos de géneros como el punk, hardcore y metal, e incluso de quienes pensaban de manera alternativa a lo establecido. 

Cuando Sedición terminó, casi a finales de los 90, el Sapo Vengador conoció al bajista Christopher Zimmerman y crearon la banda Xix Calavera; sin embargo, el músico alemán fue una de las 18 víctimas mortales del vuelo 725 de TAESA, accidente aéreo registrado en 1999 en Uruapan, y el proyecto no prosperó. 

Aunque la música siempre estuvo presente en su vida, y Sedición regresó a las andadas tiempo después, el Sapo Vengador tenía un trabajo. Hacía home office para un call center, y trabajaba a distancia como traductor (inglés-español) de una empresa de seguros médicos de Estados Unidos. No le impedía, sin embargo, detener su pasión por la música, ya fuera escuchando discos o componiendo canciones. Sostiene Mónica que su esposo vivía la música no por fama o por dinero, sino por una necesidad humana de supervivencia. 

Siempre se cuestionó por qué vivíamos, por qué estamos aquí. Decía que la vida debía tener un motivo, y que la creación y las artes eran la salvación de la humanidad. 

(En video, entrevista del Sapo Vengador ofrecida al canal de Israel Martínez).

En 2020 el Sapo Vengador fue diagnosticado con Hepatitis C y comenzó una batalla por salir avante. Le daban tres meses de vida pero logró prolongarlo a tres años. Cambió sus hábitos, entre ellos, redujo el consumo de alcohol, y apostó por una vida más saludable, con ejercicios y una alimentación balanceada incluida. 

Para 2022, durante su gira por Colombia, su salud empeoró. Dice Mónica que ella no estaba convencida de que se fuera 15 días al país sudamericano, sin sus medicamentos y el ajetreo que conlleva los conciertos. Ella estaría con su hija Dafne, en Londres, durante unos meses y no podría acompañarlo.

Ausentarse dos semanas del trabajo por estar tocando en Colombia implicó que él perdiera su empleo y su seguro de gastos médicos. Mónica cree que a partir de ahí su bienestar fue menguando.

La última vez que tocó Sedición fue en Colombia, después se separó la banda. El Sapo Vengador intentó armar una nueva alineación pero nunca se concretó. En 2023 fue invitado a tocar en el aniversario de la banda punk Acidez, pero su delicada salud y las constantes visitas al hospital, le impidieron asistir

Meses después de los Premios Minerva 2023, donde fue reconocido, al Sapo Vengador le detectaron una hernia a la altura del ombligo.

Para hacerle la cirugía, los especialistas necesitaban anestesiarlo con fentanilo para uso médico, pero la polémica desatada por el presidente Andrés Manuel López Obrador, quien optó por prohibir este fármaco, complicó los procedimientos.

Los médicos recurrieron a otro tipo de anestesia que provocó que el Sapo Vengador estuviera tres días en coma. Despertó, pero más agotado. Con el daño renal que luego se hizo presente, incrementaron los vómitos y los malestares.

El Sapo Vengador con los integrantes de su proyecto Xix Calavera
El Sapo Vengador con su proyecto Xix Calavera.

Aunque no quería, fue ingresado al Hospital Civil de Guadalajara. En una aparente mejoría lo dieron de alta. Mónica lo llevó a casa, lo recostó en su cama, le encendió la televisión para que los distrajera el ruido y le preparó un agua de limón. La calma fue pasajeravolvieron los malestares. Su corazón palpitaba aceleradamente. Sus entrañas rechazaron el agua fresca. Era la madrugada del 23 de septiembre de 2023.

Mónica se acostó con él y lo abrazó. Sentía su deseo de aferrarse a la vida y al mismo tiempo la inexplicable paz ante lo inminente. Recordó ella los viajes de ‘champis’ que hicieron juntos, cuando hablaron de hacerse uno con el universo cuando murieran. Pensó que quizá el Chano ya lo esperaba en la puerta para ayudarle a cruzar a la eternidad.

“Ahí estás”, dice que le dijo el Sapo Vengador, quien no dejaba de observarla, a ella, su novia desde la secundaria, su Muñe, como le decía él de cariño.

Murió en sus brazos, a los 58 años. 

Me decía que se sentía contento, pero quería morir conmigo. ‘Ya no quiero que me traigas a los hospitales’, me decía. Por eso la última vez que fue al hospital nomás para regresar a morirse, dije: donde se me hubiera muerto en el hospital, imagínate, me hubiera sentido culpable para toda la vida. Porque él murió donde quiso y con quien quiso. Sólo un guerrero hace eso. 

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“Mientras haya represión, haremos ruido/ mientras gente muera de hambre, haremos ruido/ mientras tenga sentimientos, haremos ruido”.
(Ruido, En las calles, 1990).

El Sapo Vengador recibe un Premio Minerva por su trayectoria
El Sapo Vengador durante la entrega de los Premios Minerva 2023.

El último escenario

Casi tropieza en las escaleras para subir al escenario del Teatro Degollado.

Es la noche del 28 de enero de 2023 y el Sapo Vengador está presente para ser condecorado con un Premio Minerva, galardones creados por la Secretaría de Cultura para reconocer la obra de músicos independientes en Jalisco.

Con sus manos sujeta una estatuilla de la Minerva en tono rosa hecha por el escultor Adrián Guerrero. Su voz se escucha cansada, como si hiciera un esfuerzo para hablar, por momentos inaudible. Es su última vez frente a un público, pero él no lo sabe. Vive ese instante. Habla al micrófono.

Se me hace muy raro estar en un escenario sin estar tocando, la verdad, pero a pesar de que es un premio un poco irónico, porque yo siempre me paré en contra del sistema, pero de cualquier manera me da gusto, okay, está bonito, para mi escritorio de trabajo.

El Sapo Vengador agradece a su presentador, Israel Martínez, quien lo apoyó en su carrera, al igual que a los “18 guitarristas, tres bateristas, ocho bajistas” que fueron parte de Sedición, banda con la que recorrió el país “como 50 veces, de la A a la Z”.

Agrupación de punk que puso a Jalisco en la escena europea y latinoamericana. 

Las últimas gracias que quiero dar, y bien importantes… a mi familia personal, a mi hermano Arturo, que está aquí con nosotros; a mi mamá, que sino fuera por ella no estuviera aquí, créanme, porque tuve un problema de salud muy fuerte y ella fue la que me auxilió, mi mamá Rosaura; y obviamente a quien me ha apoyado y me ha aguantado, porque ser… bueno, a mí me dicen ‘eres una estrella de rock’, pues yo no lo creo, pero de todos modos, eso dicen de mí, pero…  a la que más aprecio es a mi esposa, Mónica. De hecho esto es para ella, gracias.

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Fotografías: Cortesía Mónica Ascencio Rodríguez | Secretaría de Cultura Jalisco

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Jonathan Bañuelos
Reportero de Ciudad Olinka. Ha trabajado para NTR, Mural, Más por Más GDL, La Jornada Jalisco y Radio UdeG Ocotlán.