El silencio traspasa a Israel Martínez, quien pudo resignificarlo al registrar experiencias en varias latitudes del mundo.
Fascinado por la música y el silencio, el artista tapatío Israel Martínez (1979) creó la exposición No se hace el silencio, donde explora diversas maneras de abordar este concepto.
Desde su libro Apuntes sobre el sigilo (2020), comparte, no había tenido un proyecto que fuera “tan frontalmente explícito” en sus intereses de explorar el silencio.
“Uno de mis temas principales de los últimos años ha sido explorar distintas nociones del silencio, complejizar en las nociones del silencio, y este fue un buen ejercicio para poner piezas que se vinculan”.
Israel Martinez remite: “El silencio era más importante que la multitud”
Es la primera pieza de la exposición. Es una lona en la fachada de Espacio Morelos.
La frase se le adjudica al escritor Luis González de Alba en el marco de una marcha estudiantil que se hizo en silencio en septiembre de 1968.
Para Israel Martínez, la frase habla sobre la potencia que tiene el silencio, que lejos de percibirse como una cuestión de represión o miedo, refuerza lo comunicativo y la resistencia.
Contemplar el eco
Subiendo las escaleras del Espacio Morelos se encuentra la segunda pieza de la exposición.
Es un haiku de Matsuo Bashō sobre un muro, con una tipografía que hace alusión a la caligrafía japonesa:
“Ahora nos vamos a contemplar el eco hasta agotarnos”.
Israel Martínez dice que en los libros que lee, principalmente novela y cuento, subraya alusiones al sonido y al silencio, en este haiku sobresale el “eco”.
“Me parece fascinante perseguir el sonido a través de la literatura. Me parece que tiene un potencial imaginativo muy fuerte”.
Se oye
La siguiente pieza es una instalación visual conformada por cinco vidrios grabados que tienen textos del arquitecto John Hejduk.
Los vidrios se pueden empalmar de diferentes maneras para hacer varias lecturas.
Las frases grabadas son: “es estructura”, “la dimensión”, “se oye”, “la muerte”, “es uno”.
Imagen Pública
Se trata de 666 casetes apilados en una especie de monolito. Cada uno es el disco de alguna banda, grabados desde YouTube y Spotify.
Israel Martínez relata que actualmente el consumo de música se da en la “nube” digital y no se materializa.
Cuando alguien cancela su suscripción a alguna plataforma de música se queda sin la posibilidad de guardar las canciones que le gustaban.
“Entonces es un proceso a la inversa, más bien materializar (la música), robar, extirpar de internet”. Empezó por discos que tenía en su adolescencia y que ha ido perdiendo.
La lista de los discos está mecanografiada sobre hojas de color que recuerdan a la tienda tapatía de casetes de los años 90, Imagen Pública.
Resultado de un silencio cruzado II
Es un video de 12 minutos que proyecta la imagen estática de una pintura alusiva al mar, con un sonido ambiente que Israel Martínez grabó en Santa Cruz de Tenerife, España.
Dice que en esta ciudad las personas no están tan arraigadas al mar, como sucede por ejemplo en la costa jalisciense. La playa en ese lugar es de difícil acceso.
En la habitación del hotel donde se hospedó escuchaba el mar pero no lo veía, a cambio estaba un cuadro, entonces lo filmó y registró los sonidos que lo envolvían.
“Recree mi propio paisaje visual y sonoro de Santa Cruz de Tenerife a través de esta grabación de sonido y de vídeo”.
666 aproximaciones al silencio
Una habitación, casi oscura, donde hay que guiarse con una linterna, está tapizada de hojas de papel con frases impresas.
Estas frases fueron extraídas de algunos libros y “complejizan nuestro acercamiento o reflexión sobre el silencio, que es prácticamente lo que pretende esta exposición”.
Algunas son, por ejemplo, “silencio profundo”, “enojarse en silencio”, “silencio aburrido”, “la ruptura del silencio”, “soportar el silencio”, “expandir el silencio”.
La habitación está sonorizada por la pista Encapsular la quietud, compilación de grabaciones de sitios donde Israel se ha puesto a leer, en varias regiones de Jalisco.
“Son varias locaciones en que he capturado el sonido, no buscando la gran riqueza del paisaje sonoro, sino más bien buscando la quietud. Y la quietud pues es muy ambigua, para ti una cosa puede ser quietud y para mí otra ¿no?”.
No se hace el silencio
El artista Israel Martínez refiere que el número 666 presente en No se hace el silencio tiene que ver con un sentido sarcástico, carente de significado.
El número obedece más a una cuestión de la contracultura, subraya, pues en canciones que escuchaba lo mencionaban como alusión a lo diabólico.
“Tenía que ser una cantidad potente para que diera un volumen, una buena medida y decidí 666 porque es un cliché dentro de la contracultura, también es un número como muy estúpido”.
No se hace el silencio estará hasta julio en Espacio Morelos (Morelos 1136-A, Guadalajara).
Fotografías: Cortesía Israel Martínez.