Del antiguo panteón de Arandas sólo queda la entrada de piedra roja y, hay quien cuenta, que también algunos de los antiguos huéspedes que descansaban en paz.
En la cruce de la manzana de las calles Constitución, Francisco Zarco, Ramón Sánchez y Ponciano Arriaga hay una plaza pública, la Escuela Primaria Urbana 273 “José González Martínez” y la Capilla del Señor de Socorrito, donde cada domingo, decenas de personas asisten para escuchar la misa que se oficia ahí.
Sin embargo, no hay día que en las aulas de la escuela y en las casas de los vecinos se cuenten historias sobre aparecidos, almas en pena que por las noches deambulan en los alrededores de dicha manzana.
La señora Verónica, quien habita enfrente del lugar, cuenta que desde chica ella veía ánimas “que siguen sus pasos” y que penan porque aquel lugar era donde descanban.
“Yo pienso que se aparecen los mismos que quedaron aquí. Cuando estaba chica recuerdo que una vez que jugábamos a los encantados, me escondí en la Capilla del Socorrito y ahí había una mujer mayor que tenía el rostro tapado, pensé que iba a rezar”.
“Me escondí con ella y no se movía, cuando le dije que ya era tarde y que ya se fuera a dormir, veía cómo el viento movía su manto pero su cara nunca se la vi. Yo me levanté para seguir jugando y en cuestión de segundos volteé y la señora ya no estaba”, recordó Verónica.
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Información, producción y locución: Iván Serrano Jauregui.
Historias como éstas también las cuentan los estudiantes que por generaciones han cursado en la escuela del lugar. Hay quienes dicen que en los baños de los niños se aparecen manos o pedazos de carne colgando.
“Sí me llegaron a asustar, pero no por algo que yo haya visto. Mis compañeros decían que veían manos en el baño o que cuando entraban les tocaban las puertas. Yo me esperaba hasta llegar a mi casa para ir al baño, por la misma razón”, compartió Edgar Ríos, joven que estudió en esa escuela.
El cronista de Arandas, José Guadalupe Romo, explica que en el barrio hay gente que dice que incluso han visto volar las ánimas por los frondosos árboles de la plaza.
“Una partera muy reconocida del barrio decía: ‘En mi cuerpo se siente cuando andan en disgusto las ánimas, lo siento, los vivo, los escucho, oigo el ruido de los muertos que habitan en este panteón'”.
Estas narraciones son de toda esta gente, pero incluso al Profe Romo –como muchos conocen al cronista–, también tiene anécdotas de cuando él daba clases en dicha primaria.
“Una vez olvidé firmar unos certificados que tenía que entregar al siguiente día, y tuve que venir a deshoras de la noche. Era tiempo de lluvias y se fue la luz, entonces yo recuerdo que me llené de escalofríos”.
Un sitio con gran historia
José Guadalupe Romo indicó para Ciudad Olinka que este terreno fue, en 1814, el cuartel general de Celestino Negrete, político militar que formó parte del gobierno provisional de México, cuando terminó el primer imperio encabezado por Agustín Iturbide.
“Para 1824 se construyó el primer cementerio fuera de la ciudad, pues anteriormente estaban en los atrios o afueras de la parroquia. Aún se conserva la espadaña (la pared de la entrada con tres nichos), la capilla y una casa de ejercicios, donde los sacerdotes les hablaban de la muerte a los habitantes”.
El panteón dejó de funcionar en 1913, una vez que se construyó el Panteón del Carmen, al sur de Arandas. “Entonces esto quedó abandonado, con las tumbas semi derruidas”.
El abandono motivó a que este terreno se convirtiera en un campo de beisbol, donde nació el equipo Las Calaveras del Panteón Viejo, que era el archirrival del Unión Arandas.
“Había gran pique, imagínate que Las Calaveras eran como Las Chivas y el Unión Arandas como El América”, expresó el cronista.
En 1966, el arandense Fransico Medina Ascencio era gobernador de Jalisco y mandó construir en este sitio la Escuela Urbana 273 y al frente construyó La Plaza Fundadores de Arandas.
Estas anécdotas han creado identidad en el lugar, que aunque para muchos son motivo de miedo, para otros significa reunirse en la plaza para compartirlas con propios y extraños.
Conoce el Barrio del Viejo Panteón
En tu próximo viaje a Arandas, puedes acudir a este barrio, localizado al poniente de la localidad.
Fotografías: Iván Serrano Jauregui