
El artista Andrés Alfonso Magaña emprende proyecto de resistencia para la preservación de la arquitectura vernácula de La Manzanilla de la Paz.

La historia de un pueblo se lee es sus casas. En los techos de teja, las ventanas de madera, el contraste de ladrillos de adobe y el rojiblanco de algunas de las fachadas.
Se trata de una memoria hecha de la misma tierra que, desde hace siglos, además de comer a quienes habitan un territorio, también les ha dado hogares.
En La Manzanilla de la Paz, municipio de la región Sureste de Jalisco, las fachadas de adobe, los techos de teja y las puertas y las ventadas de madera comienzan a estar en peligro de extinción y, por ende, están dejando de contar la historia del pueblo.
Esto, porque cada vez son menos las casas que conservan esta arquitectura vernácula, ya que se busca imitar estilos ajenos, como el californiano, como símbolo de aspiración de quienes van y vienen del “otro lado”, como parte de las dinámicas de migración.

Frente a este cambio, el arquitecto y artista plástico Andrés Alfonso Magaña decidió hacer un acto de resistencia gráfica y pedagógica.
Y emprendió el proyecto Estelas de adobe. Glosario visual de la arquitectura vernácula de La Manzanilla de la Paz.
La intención es que sean jóvenes del pueblo quienes creen obras de grabado de las casas creadas con elementos tradicionales, para así preservarlas desde el arte, la memoria y el territorio.
Jóvenes crean cartografía de arquitectura de La Manzanilla de la Paz
“Quería que las nuevas generaciones fueran promotoras del patrimonio tangible del pueblo”, dice Andrés Alfonso Magaña.

Él, además de dar clases de Arquitectura y Diseño Artesanal en el Centro Universitario de Tonalá (CUTonalá) de la Universidad de Guadalajara (UdeG), guarda un archivo vivencial de su comunidad.
El proyecto parte de talleres abiertos a jóvenes de 12 a 20 años, en los que, a través de la creación de grabado en linóleo, silografía y otras técnicas, registran elementos arquitectónicos de su entorno: muros, patios, portales, techumbres, pisos de piedra laja.
No es solo enseñar una técnica artística, sino cultivar una mirada crítica y sensible sobre el paisaje urbano que habitan.
A través de recorridos por las calles de la cabecera municipal de La Manzanilla de la Paz y la observación directa de las construcciones, cada participante elige una vivienda cercana para traducirla en gráfica. Así, el patrimonio se convierte en huella impresa.

Casas que laten con corazón de tierra
La arquitectura vernácula de La Manzanilla de la Paz no es solo estética: es testimonio de una forma de vida comunitaria y sustentable.
Andrés Alfonso Magaña lo explica con la pasión de quien ha crecido entre estas construcciones:
“Las casas de adobe regulan naturalmente la temperatura. Son frescas en verano y cálidas en invierno”.
“Aprovechan lo que la sierra ofrece: tierra roja, madera de pino, piedra del cerro”.
Sin embargo, reconocer que conservarlas implica esfuerzo. Cada año, las casas necesitan mantenimiento para resistir las lluvias.
“Muchos ya no quieren darle ese cuidado, y las dejan morir”, lamenta el artista y arquitecto.
A esto se suma un estigma social: se ve al adobe como símbolo de pobreza.

Cuando en realidad es un material resiliente y ecológico, con potencial de ser reivindicado en tiempos de crisis climática.
A crear un mapa mural itinerante
El resultado de los talleres será una carpeta gráfica de más de 100 estampas, de las cuales se seleccionarán 80 para formar una exposición acompañada de un gran mapa mural de cinco metros de largo.
Esta cartografía visual representará las calles de la cabecera municipal, ubicando con precisión las viviendas retratadas.
“Queremos que funcione como un mapa vivo del patrimonio que aún se conserva”.
“Si una casa desaparece, la tachamos como señal de pérdida”, dice Andrés.
El mural se diseñará en pendones para poder transportarlo a otras localidades y estados, como un testimonio que viaja.

Además, se elaborará una publicación digital con crónica, imágenes y video del proceso, que servirá como memoria del proyecto y como guía replicable en otros pueblos.
Un glosario para no olvidar
Estelas de adobe busca crear un glosario, pero no el tradicional. Aquí, las definiciones se ilustran más que se redactan.
¿Qué es un empasteo? ¿Cómo se arma una mampostería? Las imágenes responden.
“En vez de palabras, es un compendio visual de técnicas y elementos que definen la arquitectura del pueblo”, explica Andrés.
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Cada imagen llevará el nombre de la calle y dirección de la vivienda retratada, y funcionará como una referencia para identificar, comprender y preservar.
Resistir desde las viviendas
El proyecto también apela a la memoria colectiva.
El artista recuerda cómo antes la construcción de una casa era un acto comunitario:
Los vecinos sabían cortar la madera en luna llena para evitar plagas, recolectar piedras para los cimientos, y entre todos ayudaban a levantar muros y techos.
“En La Manzanilla la gente aún conserva ese espíritu de comunidad. Somos una gran familia”, dice.
Lo comprobó cuando descubrió, en un baúl de un habitante, fotos de sus propios abuelos.
Esto hizo que Andrés Alfonso comprobara que en esta localidad aún persisten los lazos invisibles que entretejen la historia de La Manzanilla de la Paz.

El futuro está en la tierra
Desde su formación como arquitecto en el Centro Universitario de Arte, Arquitectura y Diseño (CUAAD) de la UdeG, pasando por su exploración artística en la cartonería y el grabado, Andrés ha tejido una trayectoria que cruza lo técnico y lo sensible.

Hoy, desde su pueblo, impulsa una pedagogía que se desarrolla a partir del arraigo.
“Durante años se ha despreciado la tierra como material de construcción. Pero estoy seguro de que vendrá una nueva ola donde vuelva a valorarse”.
“No hay nada más sostenible que construir con lo que tienes a 500 metros de tu casa”, asegura.
Próximo estreno del mural
La presentación de los resultados de Estelas de adobe. Glosario visual de la arquitectura vernácula de La Manzanilla de la Paz será el 17 de octubre de 2025, en el marco del 116 aniversario de la fundación del municipio de La Manzanilla de la Paz.
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La presentación reunirá la carpeta gráfica, el mural itinerante y la publicación digital.
Más allá del producto final, lo que queda es un proceso sembrado en el territorio, donde jóvenes aprenden que su historia también se imprime y se puede resistir mediante el arte.
Que su casa, su calle, su pueblo son dignos de ser grabados y que deben ser preservados como hitos de orgullo, de identidad, de su historia.
Fotografías: Cortesía de Andrés Alfonso Magaña




