Animadora. Karla Castañeda, en el estreno de “Pinocho”, en la Cineteca FICG. Fotografía: Iván Lara González

Cinema

Pinocho, de Guillermo del Toro y Mark Gustafson, se hizo en tres estudios: Portland, Manchester y Guadalajara.

En esta última ciudad se crearon las escenas del limbo, por ejemplo, cuando los conejos cargan el ataúd con el monito de madera y después cuando los mismos conejos juegan a las cartas. Ahí está la mano de la cineasta Karla Castañeda (Guadalajara, 1978).

“A mí me tocó la parte de diseño de producción y dirección de arte”, comenta y luego desliza una característica del director mexicano.

“Guillermo no pone nada de manera gratuita en cada escena. La película tiene toda una
simbología, tiene referencias de todas sus obras y de películas que lo han influenciado o que admira”.

Y más tarde revela un detalle:

Las cartas con la que juegan los conejos son azules y amarillas, por los colores de Jalisco”.

En Guadalajara. La escena del limbo, en la película “Pinocho”, se creó en el Taller de Chucho, con talento tapatío. Fotografía: Netflix

El Teúl, Zacatecas, como set

La charla sucede a la entrada del Teatro Parroquial “José Isabel Flores”, previo a la proyección de Pinocho en las pasadas fiestas navideñas.

Karla se advierte contenta por mostrar su trabajo ante familiares y habitantes del Teúl de González Ortega, una población del sur de Zacatecas, que históricamente ha mantenido una relación más cercana con Guadalajara, que con la propia capital de su estado.

Un pueblo con 5 mil 356 personas (INEGI, 2020), rico en mezcal elaborado con agave azul y con una zona arqueológica abierta al público.

“Se siente muy bonito. Ahorita vi entrar a mi tía Concha y a mi primo, de otra manera no lo habríamos vivido juntos”.

La cineasta estudió Ciencias de la Comunicación en el ITESO. Su gusto por dibujar y la literatura la llevaron a conocer el mundo de la animación, en específico, la técnica de stop motion: ahí encontró la vía para contar historias de su propia familia en un lenguaje universal.

El sitio Free The Bid (iniciativa promotora de las mujeres en el cine) precisa sobre Karla Castañeda: sus historias son “universos fantásticos llenos de melancolía, metáforas visuales y surrealismo”.

“De las raíces de mi papá, es de donde más he nutrido mis historias”, dice ella, hija del teulense David Castañeda Arellano.

En mis cortometrajes, Jacinta es mi abuela paterna (Santos Arellano) que nació aquí y La Noria surge de las fotos que se hacían post mortem. Del cementerio del Teúl a donde voy a tomar fotos”, agrega.

Con el corto Jacinta ganó el Premio Ariel en 2009 y con La Noria también ganó el Ariel en 2013. En el primero, Karla vivió dos años en el Teúl para producirlo desde aquí.

“Aparte de contar historias, me gusta observar y observar (especialmente) a la gente. Con Jacinta me pasó que de pronto no sabía cómo peinarla (al personaje)”.

“Un día salí a caminar y vi a una ancianita (en la calle) y se me ocurrió el peinado de Jacinta con las peinetas (que ella traía)”.

Además de los Premios Ariel, el trabajo de esta tapatía ha sido reconocido en los festivales de Cannes y Biarritz (Francia), en Argentina y California.

De herencia jalisciense y zacatecana. Karla Castañeda es hija de un teulense y una ocotlense, por ello sus imaginarios se mantienen de la esencia de la vida de ciudades pequeñas. Fotografía: Iván Lara González

Tú inspiración está en las calles y en las personas del Teúl, le reitero:

Sí, de hecho. Aquí te sientas y platicas con mi tío Efrén; aquí platicas con la gente en las bancas, pasa el tiempo y las bancas se quedan solas”.

“Donde estaba mi tío Efrén y sus cinco amigos, ahora ya no hay nadie. Es un pueblo que te atrae un montón de nostalgia. Y en el tercer corto que estoy terminando va un poco de eso, de las raíces, de los que se van y la migración forzada”.

Con ese tercer cortometraje, Canción de muerte cerrará su trilogía sobre la muerte, precisamente (y sobre su familia y el Teúl).

El talento tapatío en “Pinocho”

Karla Castañeda se aficionó al stop motion cuando conoció a la gente que lo ha producido en Guadalajara. En particular, al inolvidable amigo de Guillermo del Toro, Rigo Mora.

“Hubo una exposición donde estaba incluido Guillermo del Toro con Cronos (su primera película) y Rigo me facilitó algunas cosas, como aparatos que se habían usado en la cinta”.

“Ahí lo empecé a conocer mediante su obra, pero no en persona. Un día (varios años después) estaba sacando cosas mías de casa de mi mamá y me encontré el guion de Sangre gris, que después fue Cronos”.

“¡Claro, recordé que me lo había prestado un amigo de él! Y cuando conocí a Guillermo se lo dije: tengo tu guion, está intacto con tus dibujos y los escritos a mano”.

La manera en que lo conoció en persona también fue anecdótica. Fue en el año 2016 en un festival en San Diego, California.

“Estábamos en la biblioteca, me lo topé espalda con espalda, lo saludé, vamos a tomar un café… ahí me dijo que había visto Jacinta y que había sido como un poema para él, y desde ahí le empecé a contar ideas que tenía para hacer una película y nos empezamos a ver muy seguido y se hizo una amistad. Como un año después me propuso participar en Pinocho”.

“Y ahora Pinocho está en las salas cinematográficas y en Netflix”.

“En el estudio El Taller de Chucho confluyeron los principales animadores radicados en Guadalajara, animadores de distintas generaciones. Que ahí se hayan creado las escenas en el limbo no fue fortuito”.

Todos somos un poco oscuros. Bueno, eso se dice. Vamos a festivales a diferentes partes del mundo y nos preguntan por qué tratamos tanto la muerte”.

“Y quien ya ha visto Pinocho nos dice que hay algo de México ahí”.

Aunque la cinta es un trabajo de 15 años para Guillermo del Toro, la parte intensa de la producción se hizo en los últimos tres años, en tres ciudades diferentes y con los mejores animadores del mundo.

Creadora. Karla Castañeda, en la realización de “Pinocho”. Fotografía: Netflix

En el caso de Guadalajara, un año de filmaciones para producir poco más de cuatro minutos.

“El premio para nosotros fue hacer un pedacito de Pinocho. Cuando la vi por primera vez, en Londres, delante de mi estaba Kate Blanchett. Nunca pensé conocerla y tener tan cerca de mí a una mega actriz”, dice Karla.

¿Y la experiencia de hacer animación de manera artesanal, ahora que la tecnología ocupa todos los espacios de la vida?, le digo.

“Mucha gente no sabe qué es stop motion y ahora con Pinocho dicen, ¡esto se hizo y se puede hacer en México! Son cientos de manos y cada mano está dejando un poco de su corazón”.

Eso lo hace diferente a hacerlo en computadora. Tienes a un personaje y lo vistes y lo peinas. Le abres los ojos y se los cierras. Todo el tiempo estás trabajando con él, cuadro por cuadro. Eso es lo que tiene magia”.

¿Qué viene para ti ahora?

Estoy terminando mi tercer corto y estoy escribiendo con Guillermo mi primer largometraje, también en stop motion. Es un proceso lento y los animadores tenemos que tener paciencia”.

“Guillermo lo va a producir, a ver qué tal; creo que hay buenas posibilidades después de Pinocho, tanto para México como para los animadores de Guadalajara”.

¡Qué bien, con el apoyo de Guillermo!

“Eso es lo que trae él”.

“A mí me dice: ‘como a mí me apoyó Pedro Almodóvar, yo te voy a apoyar y tú debes apoyar a las nuevas generaciones'”.

“Es su mensaje, pasar la estafeta a las nuevas generaciones”.

Y también lo de no perder la esperanza. Vemos todo muy oscuro por todo lo que está pasando en México y (con todo este apoyo de Guillermo) es cuando dices, hay una luz de esperanza por ahí”.

***

Termina la entrevista porque la película está por comenzar en el teatro parroquial. Karla concluye con un tema recurrente en su corazón y en su proceso creativo.

“Amo al pueblo, amo que siga conservando esa esencia que muchos pueblos ya perdieron, que ya se industrializaron, como donde nació mi mamá, Ocotlán”.

“El Teúl es tan desconocido estando tan cerca de Guadalajara”.

Cuando hablo en prensa sobre Teúl ningún reportero lo conoce”.

“Al mismo Guillermo le pasa, le digo cómo llegar y me dice ‘hablas como si fuera una fantasía’ y es lo que a veces pienso, que estamos en una fantasía”.

Aquí el tiempo es diferente. De niña lo sentía muy largo y ahora lo disfruto“.

“En esta ocasión traje cosas para escribir. Me voy a desconectar. Y también iré a caminar a la presa, iré al cerro, recorrer las calles y platicar con la gente”.

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Francisco Vázquez Mendoza
Colaborador de Ciudad Olinka. Periodista cultural, cronista y promotor en la Región Norte de Jalisco y Sur de Zacatecas. Ha trabajado para medios como Jalisco TV, Jaliscocina, Colotleco y Difusión del CUCEA de la UdeG.