Dicen que un ave llamada coa suele aparecerse tres veces para anunciar la muerte:
- En la primera canta para avisar que una persona morirá.
- La segunda ocasión ocurre para anunciar que se está llevando el alma al más allá.
- Y en la tercera, sólo regresa para burlarse de que logró su cometido.
Un fogón de ladrillos es el oasis que reconforta a un joven que sólo tiene a la Luna llena por compañía, a las afueras del pueblo de Tamazulita, Jalisco.
Se levanta del suelo húmedo, debajo de un mezquite seco y toma con cuidado el jarrito de barro con café caliente. Con cada sorbo busca agarrar fuerzas para soportar el helado rumor de la noche en el campo.
En esta ocasión, tiene una misión inexorable por parte de su familia: evitar a toda costa que el coa, el ave de la muerte, aparezca, porque antes ya vino y cantó, provocando así que su tata cayera convaleciente.
Si el ave vuelve y emite su ulular significará la muerte del patriarca de la familia.
Es así como este ansioso vigía enclava sus ojos ágiles hacia el cielo nocturno, cada que escucha algún ruido que reconozca como un aleteo.
Entonces no escatimará en aventarle rocas, tierra, lo que sea; todo con tal de ahuyentar al ave emisaria de la muerte.
“Dice Doña Susana que el ave canta tres veces: la primera vez lo hace para avisar que alguien va a morir, la segunda vez que canta es el día que muere la persona, y la tercera vez es para burlarse”, expone el joven.
Esto explica este personaje, interpretado por el actor Armando Amezcua, durante la obra de teatro Augurios de medianoche, producida por Alonzo López, mediante Enigma Teatro.
El temor a no ser suficiente
Un centenar de personas presenciamos un espectáculo escénico donde Armando Amezcua se come el escenario, al dar vida a este joven arropado de ayate y manta; mismo que no tiene nombre en esta historia, pero que no hace falta.
Porque con un temple que fluye entre la duda, el miedo, la melancolía, el coraje y la determinación, el personaje muestra las sensaciones que cualquier persona vive en su situación:
Por una parte, sentir la responsabilidad de tener una vida en sus manos y, por otra, cargar el peso de la pérdida y la imposibilidad de recuperar algo del pasado.
Por no haber mantenido a su lado al amor de su vida, la Juana.
Ya entrado en una conversación consigo mismo, el joven evidencia que en su mente hay un juicio eterno: el de no sentirse suficiente.
El pasado le recuerda que no lo fue para la mujer que amó y, en el presente, quizá no lo está siendo para su familia.
En esta ocasión, bajo la Luna llena, su misión es probar que puede salvaguardar la vida de su tata. Quién sabe si lo logre, al evitar que arribe el ave que anuncia la muerte.
Todo esto con música original en vivo por parte de Roberto Leos.
Una obra de teatro sobre el folclor de la Sierra de Amula
A decir de Alonzo López, esta obra parte de un cuento de la escritora Wendy Ruelas, inspirado en la tradición oral acerca de la muerte en la localidad de Tamuzulita, del municipio de Tecolotlán, en la Región Sierra de Amula de Jalisco.
“Queremos que la gente conozca otras maneras de ver la muerte en la tradición mexicana”, comentó en entrevista Alonzo López.
“Quién no ha tenido una noche de nostalgia viendo la Luna llena y recordando el ayer que fue o que no fue y que nos hace ser lo que somos hoy. Es una introspección al pasado”.
“En esta noche bajo la Luna llena vamos a recordar nuestras aventuras de niño, su amor a la tierra y rasgos de su territorio”.
“Es una obra muy nostálgica, quienes la vean van a conectar con el amor que le tenemos a muchas cosas de México”, explicó.
Cuando la tradición oral es peligrosa
Que se piense que ciertas aves son emisarias de la muerte ha llevado que en la actualidad se sigan matando a especies como búhos, lechuzas o gavilanes.
Esta creencia tiene mucha fuerza en la tradición oral de la Región Sierra de Amula de Jalisco, donde vive el maestro Luis Eugenio Rivera Cervantes, titular de la Unidad de Rescate de Fauna.
Él atiende a animales silvestres de las regiones Costa Sur y Sierra de Amula que han sido heridos por directa o indirectamente por seres humanos, entre los que se encuentran aves rapaces.
“Aún no tengo el corte, pero calculo que rondamos los 2 mil o 2 mil 500 animales (de todo tipo) atendidos en la Unidad de Rescate de Fauna en este 2023″.
“El domingo 10 de diciembre en la noche atendimos a un gavilán de Cooper herido de bala; pensaba traerlo a Guadalajara para atenderlo, pero desgraciadamente falleció anoche mismo”, lamentó.
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El rescatista y biólogo comanda la Muestra Biológica Itinerante del Centro Universitario de la Costa Sur (de la que informamos hace unos años en Ciudad Olinka), con la que busca informar y difundir sobre la riqueza biológica de Jalisco.
“Buscamos concientizar a la gente dándoles a conocer qué tenemos”.
“Tú no puedes querer lo que desconoces y más si lo poquito que conoces sobre animales lo sabes distorsionado por los cuentos y mitos de los abuelitos“, dijo el biólogo.
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En el oscuro interior del Teatro Vivian Blumenthal el dolor de la pérdida se impregnaba en el público asistente, a la par del olor a tierra mojada y el café de olla.
El vigía nocturno, acompañado de una dulce melodía de oboe, tomó un puño de tierra que de a poco soltaba mientras estaba de pie y con su brazo izquierdo extendido.
Su mirada era de angustia, estaba descompuesta, pero fija a cómo los granos de la tierra dejaban de ser pesados hasta llegar a la liviandad.
Entonces, la poca luz se apagó y la música cesó.
Aunque el dolor de perder algo amado no se desapareció, sí se hizo menos pesada la idea de que uno tiene el control de la vida misma.
Y que la muerte tampoco depende de un ave.
Fotografías: Teatro Vivian Blumenthal, Leonardo Cortés, Semadet Jalisco