Un domingo en el que todo el pueblo se viste bien. Un hombre de aspecto gallardo, sobre un caballo, se quita el sombrero ante dos mujeres, una niña y un niño, justo en su paso por el puente adoquinado que cruza el Río Tepatitlán.
Al fondo, varias personas en actitud expectante parecen esperar al jinete, justo sobre la calle de Córdoba, la que sube hacia la Parroquia de San Francisco de Asís.
Esto se muestra en la pintura Tarde en Tepatitlán (2001), creada por el pintor Jesús Arrieta, originario de Unión de San Antonio, Jalisco, y que se exhibe en el Museo Municipal de Tepatitlán de Morelos.
“Siempre he pensado que el hombre de los Altos de Jalisco no es precisamente un centauro, pero sí un hombre de a caballo, con mucha dignidad”.
“Claro, con sus defectos y vicios, pero es más marcada la virtud de ser gente del campo, los que sirven a ranchos y haciendas”.
Esto explicó Jesús Arrieta, en entrevista para Ciudad Olinka, en la que explicó su sentir sobre este cuadro pintado a inicios de este milenio.
Él comparte que, por ejemplo, la joven de la pintura es el retrato de una de sus hijas cuando era más joven; situación que hizo con varias de las personas que ahí aparecen.
Con esto buscó plasmar el imaginario que se tiene de los Altos de Jalisco: hombres valientes, mujeres que son consideradas bellas desde la mirada occidental, ropa intachable, calles pintorezcas y emblemas del campo mexicano como el del caballo.
“En la obra he manejado al caballo no como una animalidad estática, sino como con una musculatura viva“.
“Quiero presumir que el caballo acaba de atravesar la campiña y viene todavía con el zacate húmedo entre las patas”.
Una pintura sobre la esencia alteña
“Aquí muestro un domingo en Tepatitlán, en donde toda la gente se viste bien, se baña, por así decirlo, porque toda la semana trabajan mucho”, expresó.
Remitió que el alteño y la alteña tienen la característica de vestirse bien, aunque sea para ir al mercado, por eso los pintó así en su obra.
A decir del pintor, su obra es costumbrista, “pensada para los ciudadanos y en los estilos de usos y costumbre de la región”.
Además, con la creación de esta pintura, también se le vino a la mente que podía acuñar un sustantivo a la personalidad de la gente de Tepatitlán de Morelos.
“Les llamé ‘Tepatlantes’, que quiere decir el defensor enérgico, considerando el papel que tuvieron en la Cristiada (combativos y férreos)”.
“Pero también con sus debilidades como el de poseer un machismo exagerado“.
Algunos de los personajes de Tepatitlán que aparecen en el cuadro son sacerdotes, artistas, médicos, caricaturistas, fotoperiodistas, políticos y más.
Eran personas que tuvieron presencia en el inicio de los años 2000, cuando hizo la pintura.
Sin embargo, detalló el artista, la obra sitúa una escena que ocurre en los años de 1930 y 1940.
Un espacio que permanece
El camino por el que pasa el jinete en la pintura es el Puente de San Miguel, mismo que aún existe en el cruce de Córdoba y Paseo del Río.
Actualmente el espacio ya no luce con la característica tierra roja de la región y el adoquín forrado de vegetación como luce en la obra al interior del museo municipal.
Pues aunque sí se encuentran aún los frondosos árboles de galería que crecen en el margen del Río Tepatitlán; ahora ya está pavimentado el puente, que funge como cruce de automóviles.
Incluso, la prioridad ya no es para el peatón, aunque las personas se imponen a cruzar el camino que por décadas estuvo pensado para ellas.
Fotografías: Iván Lara González