En los inicios de nuestra era, hace 2 mil años, en el actual territorio situado en la Región Norte de Jalisco y el Suroeste de Zacatecas se desarrolló una cultura mesoamericana, poco conocida, que sobrevivió por más de mil años: la Cultura Bolaños.

Dicha civilización habitó en el cañón por donde corre el Río Bolaños, desde su nacimiento en Valparaíso, Zacatecas, hasta su desembocadura en el Río Santiago (hoy Presa de la Yesca, en los límites de Nayarit y Jalisco).

En aquel entonces el Río Bolaños era ancho y navegable y conectaba al actual territorio de Zacatecas con la Región Valles de Jalisco.

Entonces, la Cultura Bolaños fue el producto de un movimiento expansionista de los grupos asentados en la cuenca del hoy casi extinto Lago de Magdalena.

Dichos pueblos son conocidos como de la tradición Teuchitlán, creadora de Los Guachimontones, y que se desarrollaron en la Región Valles entre el 300 antes de Cristo y hasta el 400 de nuestra era.

El grupo humano de la Cultura Bolaños migró con el interés de establecer una interrelación comercial con los habitantes del área de Chalchihuites (ubicada al noreste), donde se explotaba la piedra verde.

La ocupación en la Región Norte inició aproximadamente al comienzo de la era cristiana.

Fue hacia los años 25 a 35 después de Cristo cuando una primera oleada de colonos llegó al cañón y a partir de ese momento desarrollaron su propia cultura.

Conservando el patrón de asentamiento arquitectónico y los complejos funerarios de la cultura de la cuenca de Magdalena.

Y adoptando el estilo decorativo de la cerámica de la cultura de Chalchihuites.

Académica de la UNAM descubre vestigios arqueológicos de la Cultura Bolaños

Durante 40 años, María Teresa Cabrero García ha hecho hallazgos arqueológicos relevantes sobre la Cultura Bolaños, como el de una tumba de tiro única en el Occidente de México y en Mesoamérica.

Dicho espacio mortuorio subterráneo está ubicado en el sitio El Aguacate, a 17.5 kilómetros de la cabecera municipal de Bolaños, Jalisco.

Río Bolaños
Oasis. El Río Bolaños traza un espacio fértil en donde se estableció esta ciudad de origen minero, pero hace 2 mil años, fue el eje de los asentamientos de la Cultura Bolaños en la Región Norte de Jalisco. Fotografía: Iván Serrano Jauregui

Ese recinto cuenta con dos cámaras, cada una con un tiro o pozo vertical, unidas por un pasaje que permite ir de una a otra, en donde también se construyó un tercer tiro en la bóveda de la cámara ubicada al Norte.

También halló unas figurillas que no se encuentran en ninguna otra cultura de México: los fumadores.

En los mayas de Palenque, por ejemplo, hay representaciones de sacerdotes fumando, pero a través de un tubo largo donde ponían el tabaco.

En contraste, los de Bolaños aparecen con el cigarro directo en la boca.

La experta ha identificado 110 sitios arqueológicos a lo largo del cañón del Río Bolaños, los principales, ubicados en pares, uno a cada lado del río, donde llegaban caravanas de comerciantes y se realizaba el intercambio de mercancías.

Los principales son los de Pochotitán-El Piñón; El Chino-Chimaltitan; La Peña; Cerro Prieto-Totuate; Las Bocas; Junta de Ríos y Las Pilas-La Florida.

Académica reconocida por sus investigaciones

María Teresa Cabrero García es ganadora el Premio Tenamaztle 2009, que entrega la Universidad de Guadalajara.

También el Premio “Investigador Nacional”, otorgado por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) a la mejor publicación de investigación, por su libro El hombre y sus instrumentos en el Cañón de Bolaños.

“Mi orgullo es que la mayoría de las piezas, encontradas durante décadas de excavaciones, formen parte de la Sala de Occidente del Museo Nacional de Antropología”, mencionó.

Más hallazgos, en El Piñón

Entre los sitios descubiertos por María Teresa Cabrero destaca uno, llamado El Piñón, donde se controlaba la ruta comercial y el intercambio de mercancías.

Ahí llegaban caravanas de comerciantes. Se trata de un lugar lleno de terrazas.

También se registró un juego de pelota, un temazcal y, una vez más, tres tumbas de tiro (destinadas a los gobernantes) selladas y una más saqueada.

La especialista descubrió que las tumbas no se usaban una sola vez; cuando alguien moría, los restos anteriores eran cremados y las cenizas depositadas en ollas con tapadera junto a las paredes de la cámara funeraria.

Se encontraron figurillas humanas (prácticamente todas femeninas) y de perros, vasijas, huesos, ollas con cenizas, conchas (de la especie Spondylus sp, provenientes del Océano Pacífico) y cuencos.

En uno de estos últimos aparece un personaje dentro de una especie de escafandra, como si fuera un astronauta, y a su lado la representación del peyote, que los huicholes han utilizado por siglos para hablar con los dioses.

Algunas de las figuras se encuentran decoradas al estilo de Casas Grandes, Chihuahua.

La llegada de la Cultura Bolaños

La mayor parte de la información que se conoce de la Cultura Bolaños es gracias a las investigaciones de la arqueóloga María Teresa Cabrero García, académica del Instituto de Investigaciones Antropológicas de la UNAM.

Por cuatro décadas ha recorrido el cañón del Río Bolaños, que cruza de Norte a Sur la Región Norte de Jalisco, junto con sus colegas Morrison Limón y Ricardo Jaramillo.

Ella comenta que esta civilización avanzó desde el Lago de Magdalena, hoy Magdalena, Jalisco, hasta el Valle de Valparaíso, en Zacatecas.

De ahí continuaron hacia el área de Chalchihuites porque querían tener la piedra verde, tan apreciada entre los mesoamericanos.

“En Chalchihuites había varios yacimientos de malaquita y eran tan importantes que los teotihuacanos también llegaban hasta allá para adquirirla”, dijo la arqueóloga.

Exlaguna de Magdalena
Vestigios. En las orillas de lo que queda de la Laguna de Magdalena se pueden apreciar las chinampas creadas por la civilización de Teuchitlán, que preceden a las construidas en el Valle de México. De esta zona partió un grupo humano que migró al Norte de Jalisco y consolidó la Cultura Bolaños. Fotografía: Erick González Rizo

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El primer periodo de la Cultura Bolaños abarca desde los primeros años de nuestra era hasta alrededor del año 500, cuando se terminó la costumbre de enterrar a los muertos en tumbas de tiro.

El segundo periodo fue hasta alrededor del siglo XII, cuando la región fue paulatinamente abandonada.

Cuando también tuvo influencia de los grupos que habitaban los alrededores del Lago de Chapala, la Laguna Sayula y hasta de la zona Tizapán el Alto, en los actuales límites con Michoacán.

Una cultura en comunicación con el Centro de México

Asimismo, la arqueóloga y museógrafa halló evidencia de que los teotihuacanos tuvieron intercambio con los de Bolaños.

Por ejemplo, mediante el hallazgo de una orejera con la figura de Tláloc y un colgante con la forma de serpiente emplumada, hecho de concha marina.

Del segundo periodo se identificó presencia de otras culturas, incluso de Nayarit, y la producción artesanal de diversos artefactos (navajas, cascabeles, arpones, metates) de concha, hueso, obsidiana, piedra, tejido de algodón y cobre.

“Bolaños tuvo vida mientras tuvo manera de intercambiar objetos”, refirió Cabrero García.

Investigadora. La arqueóloga María Teresa Cabrero García, académica de la UNAM, ha descubierto vestigios de la Cultura Bolaños, que aportan al conocimiento de dicha civilización poco recordada en la Historia de México

Se desconoce qué idioma hablaban y se cree que en Pochotitán-El Piñón, que fue el centro de control de la región, llegaron a habitar más de 10 mil personas.

“Aunque no es fácil calcular porque no quedan restos de las casas de la gente común, sino solo de los centros ceremoniales”.

El desequilibrio sociopolítico y económico mesoamericano sucedido alrededor del primer milenio, por lo que repercutió drásticamente en las rutas comerciales e indirectamente en la Cultura Bolaños.

“Provocando el abandono de la región alrededor del siglo XII”.

No obstante, a través del estudio de sus vestigios, la arqueóloga Cabrero García continúa encontrando relaciones entre Bolaños y los grupos que se desarrollaron a su alrededor y en sitios muy alejados.

Es importante conocer nuestro patrimonio para apreciarlo más y contribuir a su conservación”.


Fuente: UNAM
Información: Laura Romero / Ana Paula Ojeda / Daniel Quintero
Fotografías: Cortesía, Iván Serrano Jauregui

FuenteUNAM
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