Pablo Daniel Arteaga, artista plástico de Guadalajara


En una de sus pinturas se ve lo que parece ser un borracho tirado en una banqueta; en otra, visto desde una azotea: tinacos, copas de los árboles y el Cerro del Cuatro.

Las bardas grafiteadas del Panteón de Mezquitán y las icónicas torres de la Catedral Metropolitana de Guadalajara, que sobresalen entre la mancha urbana del Centro, también han sido pintadas por él. 

Pero entre su colección, además, hay calaveras en diferentes espacios, bebiendo una suerte de bebidas alcohólicas. “Catrinas en cantinas”, como una conocida suya las bautizó. 

Aunque desde morro estaba relacionado al dibujo y la pintura –su familia atendía una papelería y eso facilitaba el acceso a los materiales–, Pablo Daniel Arteaga se veía como músico. 

A inicios del milenio formó la banda Anemik Apes y se involucró en el bajo, instrumento que después tocaría también con Los Rucos de la Terraza

Disfruta ambas facetas como artista, pero en la pintura ha encontrado el sustento, porque con la música, dice, “está más cabrón”. 

“Es como un trabajo, una diversión, una terapia, de alguna manera”.

La pieza firmada más antigua que pintó data de agosto del 2000 y está en casa de sus padres. 

Pero cuenta su carrera como artista plástico, formalmente, desde 2006 cuando ingresó a la Universidad de Guadalajara. 

Estudio del artista Pablo Daniel Arteaga en GDL

Su vida entre trazos

Se empezó a mover por el Centro de Guadalajara –su estudio está a una cuadra del Parque Revolución–, y empezó a “recopilar momentos”:  imágenes sociales, recuerdos de lugares, aspectos cotidianos

“Como cuando vas dando la vuelta en la calle y ves una imagen que te llama la atención, el tipo de luz que esté pegando en el lugar, el tipo de personas, lo que andan haciendo, la arquitectura también me late”.

Regularmente trabaja con acrílico y óleo, a veces técnicas mixtas, aunque no deja de lado los pasteles grasos, aerosoles, carboncillo, acuarela y grabado

Últimamente, comparte, ha estado “clavado” con los cielos, con colores azules, violetas, naranjas de los atardeceres. 

Estudio de Pablo Daniel Arteaga en Guadalajara

Además de los cielos en entornos rurales, pinta cuadros como si fueran ventanas con vista hacia alguna azotea, donde se pueden apreciar contrastes de colores y luces

“A veces las azoteas no son como lo que más cuiden en imagen, y hace un contraste bien loco con esas paredes desgastadas, el negro de los tinacos Rotoplas contra el cielo azul; como el naranja del atardecer y que rebota”.

Cuando se satura en pintar lo mismo, se enfoca en arte abstracto, experimental, “para resetear la cabeza”, a base de recuerdos, imaginación, lo onírico, algo “más salvaje”.

Al final se trata, comparte, de expresar emociones. 

Exhibición

Pablo Daniel Arteaga tendrá una exposición en el Almacén Central Tlaquepaque a partir del mes de agosto de 2023.


Fotografías: Jonathan Bañuelos

Artículo anteriorManuel Lepe, un legado e icono vallartense
Artículo siguienteA contar las historias de Islas Marías, la prisión con muros de mar
Jonathan Bañuelos
Reportero de Ciudad Olinka. Ha trabajado para NTR, Mural, Más por Más GDL, La Jornada Jalisco y Radio UdeG Ocotlán.