Fotografías: Fabricio Atilano Ochoa


 

Jugar con fuego es un acto de libertad y valentía que se enseña desde que se es pequeño en la localidad de San Gaspar de las Flores, Tonalá.

A finales de febrero aquí se celebra al Divino Niño Cohetero de San Gaspar o Santo Niño Polvorero, una advocación del Niño Jesús que se conmera por parte de la comunidad y familias que se dedican a la pirotecnia.

El pasado 24 de febrero San Gaspar se iluminó con castillos, toritos, cohetes, ristras y piromusicales, por parte de 13 coheterías.

Las estelas de humo y cascadas de chispas multicolor invitan a los más valientes a cruzar la explanada de San Gaspar, donde se montaron las estructuras pirotécnicas.

Los ánimos se cubren con capuchas, gorras o lo que sea que no achicharre el cabello de quienes estar cerca del fuego.

La adrinalina se siente entre los estruendos de las detonaciones, pero aún así la vecinos, compas y familia circulan los castillos y toritos, para ser testigos de las hazañas de quienes confrontan al fuego.

Y luego aparece fúrico el torito; está tan enojado que saca fuego, por lo que hay que sacar lo artista taurino para no terminar abatido.

El reto no es infalible, se puede salir chamuscado con las chismas que tocan el pelo o la piel, pero ese costo es poco para lo que se gana esta noche del Santo Niño Polvorero: amistad, comunidad, todo en San Gaspar de las Flores.


Fotografías: Fabricio Atilano Ochoa

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