A mediados de los años 80 un escritor y especialista en literatura para niños llegó a Jalisco y recopiló la literatura de la tradición oral de las regiones Sur y Altos. El trabajo de campo y edición quedaron plasmado en una serie de libros para escuelas comunitarias del país.
Se trata de Óscar Muñoz, quien, junto con un equipo de trabajo del Programa de Publicaciones de Apoyo a la Educación Básica del Consejo Nacional de Fomento Educativo (Conafe), repitieron la experiencia en la elaboración del texto “Así cuentan y juegan en la Huasteca”, publicado en 1982, para encontrar la riqueza oral de Jalisco.
“Habíamos identificado una región muy rica de esta narrativa y lírica en los Altos de Jalisco, una región cultural que, como la Huasteca, tiene una tradición que iba más allá de la frontera jalisciense y abarcaba a otros estados vecinos”, cuenta en entrevista para Ciudad Olinka.
El trabajo de campo en ranchos y caseríos
La primera escala del trabajo de campo fue en las cabeceras municipales.
En Arandas, Encarnación de Díaz, Nochistlán (Zacatecas) y San Miguel El Alto se identificaron y comenzaron la búsqueda de informantes facilitada por funcionarios públicos.
Ya en las rancherías, ejidos y caseríos de Los Altos acudieron con las personas recomendadas, ancianas y ancianos, que ni en la primera o segunda visita lograron arrancar alguna historia.
“Fue difícil: tuvimos que regresar hasta por tercera ocasión para que soltaran prenda. Otras veces teníamos que llevar algo, una botella de tequila por ejemplo, echando mano de algunas artimañas para encontrar lo que buscábamos”, explica el colaborador de “La Jornada Maya” y de la “Revista Soma, Arte y Cultura”.
Y cuando por fin hablaban, los cassettes de grabación se agotaban rápidamente.
“Una vez que empezaban a hablar era fabuloso porque ya no paraban y había que tener suficientes casettes para que no se nos fuera nada, que no se nos escapara nada”.
Lo hispánico en la tradición oral Los Altos
Entre las coplas, canciones, mentiras y cuentos recopilados en esas charlas se encuentran los de Pedro de Urdimalas, presente también en el Bajío y Michoacán, que en Jalisco toma los nombres del mismo Pedro, Grillo y Juan Majafierros recogidos en el texto Así cuentan y juegan en los Altos de Jalisco.
Los relatos del personaje —ilustrados por Felipe Ugalde, Blanca Dorantes y Manuel Ahumada—, muestran al personaje como un embaucador de sus patrones, que finge ser un adivino.
Uno que libra todo tipo de obstáculos con osadía, o que engaña a gente más ambiciosa que él con un árbol del dinero o con una olla que se calienta sola.
“El personaje de los Altos no es malvado, es malicioso, y para eso se exige inteligencia, creatividad y genialidad”, explica el escritor Óscar Muñoz.
La figura proviene de la literatura picaresca española, poblada de personajes de bajo origen social, astutos y ambiciosos.
Pedro de Urdimalas es un personaje de Miguel de Cervantes, de acuerdo con el antropólogo Alfredo López Austin (1), una historia que también se extiende al Sur del continente americano, en Chile (2).
“Este personaje vino de España: aquí se mestiza y se identifica con la gente de los Altos de Jalisco, con una fisonomía como un ranchero, hecho y derecho, pícaro y maloso”.
En los Altos, la gente señaló el Sur donde encontraron otro tipo de lírica y relatos más oscuros de origen ancestral, según cuenta Óscar Muñoz.
“Allá señalaban mucho hacia el Sur y les hicimos caso: comenzamos a detectar que, por el rumbo de Chiquilistlán y sus alrededores hay una fuente de literatura de tradición oral de origen indígena”.
El Sur (Sierra) de Jalisco, heredero de tradiciones ancestrales
Las poblaciones de Chiquilistlán, Tapalpa y Atemajac de Brizuela, hoy pertenecientes a las regiones administrativas de Sierra de Amula y Lagunas, hace unas décadas se pensaban como de la Región Sur de Jalisco.
En dicha zona, las ancianas contaron historias extraordinarias, diferentes y ancestrales, recogidas en el texto Así cuentan y juegan en el Sur de Jalisco.
Entre las docenas de coplas e historias destaca “El encantado del Chiquilichi”, un cuento nocturno ilustrado por Damián Ortega sobre la aventura de un joven atraído por el destello de monedas de oro y joyas.
Dentro de la cueva, el joven observa un grupo de hombres aletargados que juegan baraja. Dos horas después sale para contarle a su familia y, luego, regresar por el tesoro.
Rumbo a su casa, se tropieza en el camino que conoce bien. Al llegar, su hogar está abandonado y encuentra las tumbas de su familia. Para él pasaron dos horas, pero en su pueblo, 200 años.
“Es un relato complejo porque no se puede penetrar a otra dimensión, pero sabes que hay algo detrás”.
“Al final hicimos algo que interesara a los niños, que les diera miedo porque les gusta el miedo, lo buscan, aunque no puedan dormir”, destaca el autor del libro “La cola de las lagartijas“.
De acuerdo con una creencia antigua, las personas podían abandonar su dimensión temporal y llegar a otro mundo, un mundo divino, a través de los cerros donde habita el señor del monte.
Ahí, los años equivalen a horas terrenales o viceversa de acuerdo con el antropólogo Alfredo López Austin y el arqueólogo Leonardo López Luján (3).
Óscar Muñoz y el equipo también recogieron canciones, juegos de manos y más relatos.
Destacan “Los duendes de la higuera” y “Cómo fue que Margarito se desenduendó” que narran los problemas de personas con esos seres al intentar verlos o pedirles ayuda.
Los duendes son seres anteriores a la creación humana. Humanos y duendes convivieron por un tiempo, pero los últimos tomaron distancia y se escondieron de los primeros (aunque a veces no muy bien) al ver su ambición y destrucción de la naturaleza de acuerdo con Norma Muñoz Ledo (4).
Traducir la tradición oral de las regiones de Jalisco
En la tarde, como en todos los pueblos, cuando los niños juegan y la luz del sol se vuelve amarilla, era la oportunidad del equipo de trabajo para escuchar las historias de ancianas y ancianos.
“En las horas crepusculares era cuando se animaban a contar, a la puerta de sus casas, mientras los viejos se tomaban su tequila, en Los Altos, o cuando comían alguna golosina en otras comunidades”, dice el también autor de la “La culebra ratonera”.
Las conversaciones, apiladas en cassettes, se transcribieron para hacer versiones escritas para niños.
Esto representó un reto pues se trató de una versión literaria, lejana a una compilación con los testimonios directos.
“En eso me apego a Octavio Paz, quien distinguía entre los conceptos de literalidad y literariedad”.
“Y había que apostarle por lo segundo, es decir, más que traducir había que crear una obra literaria, ese fue el reto”, explica.
La versión literaria se ajustó a los niños que hablaran español de escuelas comunitarias de todo el país de tercer a sexto grado de primaria.
El trabajo editorial concluyó al poner a prueba los textos seleccionados con los críticos más severos: niños de Colima, Yucatán, Chihuahua y Jalisco.
“Fuimos a probar los textos al interés y gusto de los niños. En el caso fue tal el gusto por algunos textos que nos pidieron y les dejamos las fotocopias de los cuentos”, concluye Óscar.
Creadoras y creadores de un tesoro cultural
En la recopilación de los textos del Sur de Jalisco trabajaron María Elena Hernández, Óscar Muñoz, Antonio Ramírez y Beatriz Torres.
Las versiones escritas son de María Guadalupe Gómez, Óscar Muñoz, Arturo Ortega, Luis de la Peña y Juana María Sánchez.
Las ilustraciones son de Sergio Arau, Rafael Barajas “El Fisgón”, Antonio Helguera, Damián Ortega, Claudia de Teresa.
Para el texto de Los Altos, la recopilación fue de Isabel Galaor, Luz María Muñoz, Javier Sansores, Antonio Ramírez; las versiones escritas son de Isabel Galaor, Silvia Granillo, Óscar Muñoz, Arturo Ortega y Luis de la Peña.
Las ilustraciones son de Manuel Ahumada, Abelardo y Ulises Culebro, Blanca Dorantes, Bruno González y Felipe Ugalde.
De estas publicaciones de Sur y Altos de Jalisco surgieron los textos con colaboraciones de Óscar Muñoz como:
- “Cuántos cuentos cuentan”
- “Costal de versos y cuentos”
- “Cuéntanos lo que se cuenta”
- “Como me lo contaron te lo cuento”
- “¿A qué jugamos?Todos disponibles en el Instituto Latinoamericano de Comunicación Educativa (ILCE), y extendidos por todo el país en escuelas comunitarias, luego en las urbanas y adoptadas por el público general cuyas reimpresiones que asciende a decenas de miles en las últimas décadas.
Referencias
(1) López Austin, Alfredo y Francisco Toledo, Una vieja historia de la mierda, Centro de Estudios mexicanos y centroamericanos, México, 2009.
(2) Anónimo, 20 cuentos maravillosos de Pedro de Urdimales: narraciones recogidas de la tradición oral por Ramón A. Laval.
(3) López Austin, Alfredo y Leonardo López Luján, Monte Sagrado-Templo Mayor. El cerro y la pirámide en la tradición religiosa mesoamericana, México: UNAM, Instituto de Investigaciones Antropológicas : INAH, 2009.
(4) Norma Muñoz Ledo, Supernaturalia: una aventura por la tradición oral de México, Ediciones Santillan-Altea, México, 2011.
Información: Adrián Montiel González
Fotografías: Iván Lara González, Iván Serrano Jauregui e Ilustraciones.
—
Suscríbete a nuestro boletín en Telegram: