Escuela Campesina La Piñuela. Fotografía- Raquel Álvarez Rodríguez
Productos de la Escuela Campesina La Piñuela. Fotografía: Raquel Álvarez Rodríguez

El texto “Escuela Campesina La Piñuela” fue escrito por Pedro Figueroa Bautista, Víctor Manuel Villalvazo López, Gerardo Cruz Sandoval y Víctor Manuel Sánchez Bernal*, para Letra Fría | #RedMacollo

*Profesores investigadores del CUCSur de la UdeG


Como todo en la vida, nunca se sabe a ciencia cierta que se busca o que generará, el accionar de nuestro andar.


Nuestros pasos fueron motivados por un raro, pero gustoso misterio en la complicada, humilde e imperiosa necesidad de producir alimentos limpios y de calidad.

Y este es un caso de esos.

Corrían los últimos meses del año 2002, cuando fuimos invitados a compartir con los siempre inquietos y revolucionarios estudiantes y campesinos, los diferentes modos de hacer abonos orgánicos, así como los distintos propósitos de la agricultura orgánica.

En la mayoría de los casos fueron jóvenes de las mismas localidades quienes nos invitaron a participar en dicho andar, jóvenes que conocimos como estudiantes de la licenciatura de Recursos Naturales y Agropecuarios del Centro Universitario de la Costa Sur (CUCSur) de la Universidad de Guadalajara.

Con ellos recorrimos pueblos, comunidades y ejidos, desde la Costa Alegre de Jalisco, pasando por la Sierra de Manantlán, Sierra de Ayutla y valles de Tenamaxtlán.

Conocimos migrantes en Chapala y “el pueblo de la fiesta eterna”, Tuxpan.

Nos detuvimos en empresas azucareras, organizaciones de ganaderos, organizaciones indígenas, cooperativas, grupos de mujeres de todas partes y lugares y pudimos encontrar corazones dolidos por las heridas generadas por una política de Estado abanderada por el libre comercio y la industria mercantil de venenos que no tiene respeto ni por la vida, ni los saberes ancestrales de nuestros primeros padres y abuelos.

En este recorrido conocimos productores de Unión de Tula, que gracias a su dedicación y esfuerzo colectivo lograron conformarse como un grupo en defensa de la vida y de la agricultura y que cerca de dos décadas después se autodenominaron Escuela Campesina La Piñuela.

Cuyo nombre se toma de una población del municipio de Unión de Tula, en la Región Sierra de Amula de Jalisco, donde el maíz es el principal motor social y económico, no sólo de la población, sino del municipio.

Rumores de una agricultura “que no ocupa dinero”

En esta localidad pudimos conocer a una mujer que nos cuenta que en este trasiego de jóvenes, de asesores y de campesinos llamó mucho su atención que se hablaba de hacer agricultura “sin tener que invertir más que el propio trabajo”.

“Y utilizar los recursos o materiales locales sin tener que estar gastando un dinero que nunca se tiene en la compra de químicos y semillas”.

Así fue como se involucró en este movimiento como la primera y única mujer que asistía a los talleres; gracias a esto fueron anexándose más compañeras.

“La Chula”, como la nombran con cariño, recuerda que cuando comenzó a realizar los primeros abonos orgánicos y a recolectar estiércol de vaca le decían que estaba loca.

Sin embargo, su motivación para seguir era que había encontrado una alternativa para sembrar de nuevo sus tierras y dar trabajo a sus hijos sin poner en riesgo su salud.

Gracias a su dedicación e interés, las primeras compostas biofertilizantes y caldos minerales ella los elaboró en su vivienda, hecho que sirvió de ejemplo al resto de productores del municipio.

Razón por la que ofreció su casa para la realización de talleres y reuniones de intercambio, lugar que se volvió emblemático y punto de reunión que hasta la fecha continúa.

Así nació una de las experiencias más originales que conocemos: El Encuentro del Maíz, que se lleva a cabo en el mes de noviembre de cada año, cuyo evento acaba de celebrar su décimo primera edición, con el lema “Experiencias campesinas en abonos orgánicos”.

La finalidad de estos encuentros es, entre otras cosas, que los campesinos se conozcan.

Como dice Don Francisco: “Los encuentros sirven para mostrar ejemplos prácticos para los compañeros”.

Asimismo estos espacios sirven de ejemplo y motivación para que otros productores de la región comiencen a elaborar insumos orgánicos para sus cultivos.

Para concluir queremos señalar que la Escuela Campesina nos muestra que frente a la cultura de los insumos químicos y las limitantes económicas, la fuerza de trabajo del grupo familiar, la organización campesina y la capacitación continua es la mejor forma de reducción de costos para un manejo sostenible de la parcela.

La Escuela Campesina La Piñuela y sus encuentros del maíz reafirman lo que Pablo Freire menciona:

“Enseñar no es solo transferir conocimiento, es fomentar la investigación, instalar la experimentación y tener claro que a menudo el educando se educará por el educando“.

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