Carlos Martiel, durante el performance “Transfiguración”, en el MUSA. Fotografía: Abraham Aréchiga

La historia de la humanidad ha sido una de progreso, pero muchas veces a la sombra de prácticas esclavistas que por milenios ha sometido a muchos sectores de la ciudad.

Para denunciarlo, el artista cubano Carlos Martiel (La Habana, Cuba, 1989) ha puesto el cuerpo al límite mediante performances para exhibir esos males.

Para conocer esas causas y performance se instaló la muestra Cuerpx, que se exhibe durante el próximo mes a partir de este 24 de septiembre en el Museo de las Artes (MUSA) de la UdeG.

Ésta consiste en una videoinstalación que muestra al creador en acción de crítica contra los abusos que han puesto en duda a la ética humana.

Una de éstas es Sabor a lágrimas, realizado en Sharjah, Emiratos Árabes Unidos, donde se esclavizó a personas para bucear y extraer perlas desde el siglo XIX hasta 1930. Ahí se ve a Martiel colgado y sometido.

En video. En “Cuerpx” se muestran performances que Carlos Martiel a realizado por el mundo. Fotografía: Abraham Aréchiga

O en Peso muerto, que critica la intolerancia religiosa en Brasil; ahí, al artista se le ve cargando una cruz en Río de Janeiro.

Cuerpx está realizada en colaboración con Building Bridges Art Exchange, con la curaduría de Marisa Caichiolo y estará en exposición desde el 24 de septiembre y durante el siguiente mes

Inaugura “Cuerpx” con dura “Transfiguración”

Estoico, con la mirada fija, de pie, inmóvil, desnudo. Así veían a Carlos Martiel quienes en silencio y con cautela entraban al patio del MUSA.

Pero lo que pasaba por la mente del artista cubano sobre aquel pedestal, mientras cargaba cerca de 15 kilogramos de vísceras de animal, era diferente: él alcanzó un estado de equilibrio mental ante la mirada de decenas de personas que presenciaron su performance Transfiguración.

Libre. Los performances de Carlos Martiel los realiza desnudo con un sentido de crítica contra las violencias que han ejercido sociedades hegemónicas. Fotografía: Abraham Aréchiga

Dicha representación artística, realizada este jueves por la noche, cuestiona y acusa cómo se han marginado, discriminado y violentado a los cuerpos a partir de un discurso oficial y hegemónico a lo largo de la historia de México.

“Fue una pieza muy reflexiva para mí, de alguna manera incluso llegué a un estado meditativo, que se cortó en un momento pero que me tocó continuar. Sentí mucha empatía ante lo que estaba sucediendo y fue una muy buena experiencia”, aseguró el artista originario de La Habana, Cuba, tras su representación.

Se dijo nervioso sobre lo que sucedería, pues su anterior performance fue hace cuatro meses; sin embargo, el resultado le asombró.

“Pensé que la gente iba a entrar y salir, pero no se salió, se quedó hasta el final. La presencia del público en el espacio me hizo sentir acogido, y creo que es una muestra de respeto”, indicó.

Efímero. El patio del MUSA fue escenario de la performance de Carlos Martiel. Ante la mirada del público tapatío, el cubano repudió la violencia contra la diversidad de cuerpos en México. Fotografía: Abraham Aréchiga
Efímero. El patio del MUSA fue escenario de la performance de Carlos Martiel. Ante la mirada del público tapatío, el cubano repudió la violencia contra la diversidad de cuerpos en México. Fotografía: Abraham Aréchiga

Tras 45 minutos de estar inmóvil, con la pedacera de carne cargada entre sus brazos, Martiel dio un último suspiro y decidió soltarlo todo. Fue el clímax y fin de la representación.

El estruendo que se escuchó rompió el solemne silencio que oprimía al público; la gente presente en ningún momento se había atrevido a levantar la voz para siquiera irrumpir en la performance.

Tras ese acto, el artista bajó del pedestal y con el mismo semblante de serenidad y furia caminó hacia una de las salas oscuras del museo, para así desaparecer de su arte efímero.

Los aplausos laurearon el arduo reto del artista por todo el recinto, con el que se reconoció el haber puesto su cuerpo al límite para cuestionar la violencia humana contra las y los otros y que, por supuesto, debe desaparecer.

FuenteUniversidad de Guadalajara
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Iván Serrano Jauregui
Reportero de Ciudad Olinka. Ha colaborado en Gaceta UdeG, Kä Volta, Revista Colibrí, El Diario NTR Guadalajara, Radio UNAM y Radio UdeG Ocotlán.