Nueva Galicia, Plaza de Armas, Guadalajara siglo XVII
Imagen de Plaza de Armas, Guadalajara, litografía a color en Carl Nebel, Voyage pittoresque et archíologique dans la partie la plus intéressante du Mexique, Paris, Chez M. Moench, 1836.

Durante la charla “La Navidad en Guadalajara”, organizada por el Patronato del Centro Histórico de Guadalajara, el ingeniero José Antonio Rosales Cortés compartió varios relatos sobre cómo se vivía la festividad en siglos pasados.

Una de las más emotivas fue el poema “La Noche Buena”, escrito por el escritor Aurelio Luis Gallardo, en diciembre de 1852.

En dicho texto que forma parte del libro Leyendas y relatos (página 177) el autor guanajuatense detalla varios usos y costumbres de la sociedad tapatía del siglo XIX.


“La Noche Buena” (fragmento)

(Guadalajara, 24 de diciembre de 1852)

Trasportémonos ahora
A la gran plaza de fuera,
A los vistosos portales
Llenos de una turba inmensa

Con sus mil puestos de dulces
Y sus muñecos de cera,
Y de antes y confites
Las bien adornadas mesas.

Figuritas recortadas
De cartón y flores hechas
Por las madres del Beaterio,
Y saturadas de esencia.

Hay primorosos juguetes
De porcelana y madera,
Los olorosos jarritos
De Tonalán, las conservas

Mas gustosas, confituras.
Calabazates , jaleas,
Empanadas, fruta de horno,
Ricos turrones de almendra,

Almibarados merengues.
Sabrosa fruta cubierta,
Grandes nueces de Castilla
Y harto deliciosas cremas.

Distinguiéndose en la gracia
Las vendedoras francesas,
Por las lindas chucherías
Se sus puestos y sus tiendas.

Se hallan en nuestros cajones
Rorros, matracas, muñecas,
Las casitas de popote,
Los tímpanos, las vihuelas.

El barro, el cristal, la goma
En desigual competencia.
Revelando por la industria
Cuanto lo s hombres inventan.

¡Quién sabe! también el arte
Allí a veces representa
Ya en una rara pintura,
O e n un a estatua soberbia.

¡Qué baraúnda en la plaza!
¡Qué gritería, qué gresca!
Paseantes, vendedores,
Todos a la vez vocean.

“Pastelitos y empanadas”
Gritan a voz ronca y seca.
“Pasen a cenar, señores,
Que esta noche es Noche Buena”.

Mesas con limpios manteles,
Con flores, lechugas frescas,
Que adornan las enchiladas,
El pollo y tortas compuestas.

Las luminarias de ocote
Frente a las pilas inmensas
De cacahuates, naranjas
Y jícamas de la sierra.

Haces de maduras cañas,
Y canastas bien repletas
De ojos de buey y mamones,
De encaladas y soletas.

Las cajas de charamuscas,
Dulces de leche y canela,
Y enmielados caramelos,
Y rosquetitos de almendra.

En el atrio del Sagrario
Sobre las gradas de piedra.
Frente de sus bracerillos
Se ven a las buñoleras.

En los cuadros de la plaza
Bajo improvisadas tiendas
Que ramos verdes festonan,
Se expenden las aguas frescas.

¡Qué confusión! ¡qué algazara!
¡Qué de lloros y reyertas!
De algún niño que se pierde.
O de un perro que apalean;

De un ratero que se escapa.
De una arpía que reniega,
De algún zangan o que jura,
De un lépero que pelea.

“Bien hallan, dicen los tunos
Que el tiempo no mal emplean.

Cortejando enamorados
A alguna gentil mozuela:
Bien hallan esas enaguas
Rabonas, a media pierna,

Y la bordad a camisa.
Y el ruedo de lantejuelas.

Ese rebozo calandrio,
Y esas lujosas franelas,
Y esas enchiladas puntas,
Zapatos color de perla
Con que se lucen las chinas
Durante la Noche Buena.

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