Poco se sabe de la arqueología de Tlajomulco de Zúñiga. Se desconoce tanto, que dicha riqueza histórica se vuelve invisible incluso para quienes viven cerca de estos espacios, que se encuentran en el abandono.
Tras años de investigación, el maestro Érick González Rizo da a conocer el contexto histórico y localización de 19 sitios arqueológicos que se encuentran distribuidos en zonas como San Agustín, La Primavera, la ribera de la Laguna de Cajititlán, entre otras.
González Rizo, arqueólogo y docente del Centro Universitario de Arte, Arquitectura y Diseño (CUAAD) y de las preparatorias 18 y 11, compartió la documentación de dichos espacios en el más reciente número de la revista Historia y conservación del patrimonio edificado.
Se trata de una descripción de sitios que registró el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), el profesor Samuel Moya, historiador originario de San Agustín, así como otros descubrimientos hechos por el propio González Rizo en la ribera de la Laguna de Cajititlán.
“El patrimonio arqueológico de Tlajomulco está de plano completamente desconocido; ni siquiera mucha gente de las localidades antiguas del municipio, como Cajititlán, Tlajomulco San Sebastián y Cuexcomatitlán conoce ese patrimonio que está a la mano, y eso es por falta de investigación”, declaró González Rizo.
“Hay sitios que ya se perdieron, pero otros que se pueden rescatar, por eso la necesidad de que haya más investigación”.
“Una tercera parte de las zonas tienen un grado de aceptación fuerte (que se pueden recuperar)”.
En el trabajo de identificación se incluyen ocho sitios identificados por el INAH, tras las obras de salvamento previo a la construcción del macrolibramiento, ubicados en la Sierra de Madroño y el sur de la Laguna de Cajititlán: Mezcalera, Tacomula, Cerro Viejo, Los Coyotes, Las Jícamas, El Ventarrón y Las Torres.
Dichos vestigios son de la cultura de los cocas, que abarcaba Tlajomulco, la Ribera de Chapala hasta Ocotlán y Cocula, que datan de entre el 400 y 900 después de Cristo (dC), y otros incluso aún existían a la llegada de los españoles en 1520.
Se trata de una etnia cuyo idioma y cosmovisión era diferente a la de la cultura de Teuchitlán (Guachimontones) y de los pueblos del Centro de México. “Fueron un pueblo que adoraba a sus propios dioses y que permanecieron durante varios siglos, antes de la llegada de los españoles en esta zona”, subrayó González Rizo.
El investigador ha emprendido el Proyecto Arqueológico Acaxititlán, que cuenta con la aprobación del Consejo de Arquitectura del INAH. Con éste se han investigado vestigios para lograr su reconocimiento oficial, a la par de rescatarlos para su conservación.
Por medio de este proyecto, el arqueólogo y su equipo, con apoyo de estudiantes de la Universidad Autónoma de Zacatecas (UAZ), han identificado sitios en la ribera norte de la Laguna de Cajititlán, como el de Tecpán, La Coronilla y El Mirador, en la zona de la localidad de Cajititlán.
Descubren Tecpán, el palacio prehispánico monumental de Cajititlán
A espaldas del cementerio de Cajititlán de los Reyes se encuentra la mayor estructura arquitectónica prehispánica encontrada en el Área Metropolitana de Guadalajara (AMG). Es el Tecpán o Tecpancalli, una estructura conocida como Patio hundido y que es rara en su tipo en Jalisco (sólo existe el Palacio de Ocomo, en Etzatlán), pero común en Guanajuato.
Si bien era una zona a la que hacían referencia en antiguas investigaciones arqueológicas, no había sido mencionada ni ubicada antes, hasta que el equipo de González Rizo comenzó a estudiar el terreno.
Él constató que se trata de un espacio de 120 metros de largo, por 110 de ancho, que fungió como el palacio de lajas sobrepuestas y que era sede del poder político del antiguo pueblo de Acaxititlán, entre el 400 a 900 dC.
“Es un Patio hundido de 11 mil metros cuadrados. El sitio completo está debajo del pueblo de Cajititlan, que es de los pocos pueblos que está sobre el mismo asentamiento prehispánico, como ocurre en el Centro de México”, informó el arqueólogo.
“La parte más visible es la estructura del Tecpán, que está detrás del panteón municipal; incluso, el panteón está sobre una parte de la estructura. Cuando entierran a gente en el panteón se encuentran materiales arqueológicos: obsidiana, cerámica”, detalló.
González Rizo dio con el lugar tras entrevistas con Samuel Moya y habitantes del pueblo. La investigación se formalizó en 2018, ante el Consejo de Arqueología del INAH.
“Se planteó el objetivo de constatar si sí era un Patio hundido; nos ayudaron estudiantes de Arqueología de la UAZ. En diciembre de 2018 hicimos la primera parte de la excavación, así como el levantamiento geofísico, con ayuda del profesor Miguel Ángel Zamora, del Centro Universitario de Ciencias Exactas e Ingenierías (CUCEI)”, dijo.
“El proyecto sigue en marcha y viene una segunda temporada. Ya hicimos un levantamiento topográfico y trabajos de geofísica para ver si hay presencia de muros enterrados, y se obtuvieron resultados prometedores; se comprobó que toda la estructura sí es, en efecto, una serie de plataformas con un patio al centro, es decir, sí es un Patio hundido”.
Recordó que este es el sitio más afectado de Tlajomulco, en el sentido de que está rodeado de casas, “pero la parte central, el Patio hundido, está en buen estado y aun se puede rescatar, tiene gran viabilidad de una intervención para su conservación”.
Aún no llegan a la roca madre de la estructura, pero ya se conoce que hay entre cinco y tres metros de altura en los costados, que significa que son miles de metros cúbicos de material constructivo en el terreno.
En peligro, zonas arqueológicas de Tlajomulco
El petrograbado más grande identificado en el AMG se encuentra en los lomeríos cercanos a la localidad de San Agustín. Esta piedra, de casi tres toneladas, donde están plasmados glifos que representan astros, rostros y huellas, habla de la historia de la cultura coca.
Ésta es la llamada Piedra rosetta o Pata de Mula, y es uno de los sitios más relevantes de la arqueología en Tlajomulco, pero que la mancha urbana amenaza.
“Tiene una afectación urbana en su entorno, pues hay cerca una línea de alta tensión de la CFE, un oleoducto de Pemex, un fraccionamiento y una zona de extracción de material para la construcción”, informó González Rizo.
Otro sitio es La Loma, ubicado en el Fraccionamiento El Cortijo, en San Agustín. Se trata de un montículo que conserva un basamento piramidal similar al de El Ixtépete. Su estado de conservación es lamentable, pues una parte fue rebanada para la construcción de la zona habitacional.
En gran medida, el desamparo de las zonas se debe a la falta de reconocimiento oficial por parte del gobierno, que ni siquiera las contempla como Polígonos de Protección del Patrimonio Histórico en los planes de desarrollo urbano.
González Rizo indicó que a la par del trabajo de la identificación y rescate, trabajan con instancias municipales y el INAH, para generar precedentes científicos y así lograr que se obtengan distinciones para su protección.
“De hecho, acabamos de enviar el primer informe preliminar de excavación (en el Tecpán) al Consejo de Arqueología del INAH y así generar el precedente legal”, informó.
“También ha habido algunos acercamiento muy generales con personal de Geomática y Mejoramiento del Hábitat en Tlajomulco, para el tema de darle seguimiento a poligonales de algunos sitios de mayor interés, en cuanto a monumentalidad y sistemas constructivos, y se había hablado de incluirlos en el Plan de Ordenamiento Ecológico Local”, manifestó.
Arqueología padece debido a omisiones
En la más reciente actualización del Plan de Ordenamiento Ecológico Local (POEL), de noviembre de 2020, ya se mencionan ocho sitios arqueológicos como parte del patrimonio cultural de Tlajomulco: Las Jícamas, La Iglesita, El Ventarrón, El Tecolote, Cerro Viejo, La Mezcalera, Tacomula y el Rancho San Francisco.
Al respecto, el especialista señaló que no se comparte la existencia de otros sitios importantes, como la Rosetta o el Tecpán, este último redescubierto recientemente; además de la falta de las poligonales de los terrenos para su posterior protección.
“Esos sitios no son los únicos del municipio, están dando una información parcial y sólo corresponden a los que les dijo el INAH. La información que le pasamos al municipio (Mejoramiento del Hábitat, del área de Patrimonio y de Geomática), de la actual y la pasada administración, sí incluía más sitios junto con sus poligonales”, informó.
“Aquí se hicieron bolas o se autosabotearon, porque no tomaron en cuenta lo que les compartimos”, reclamó el arqueólogo.
Recordó que por casi 30 años el profesor Samuel Moya trabajó con el INAH para el reconocimiento de las poligonales; pero “al parecer no se registró ninguna poligonal de manera oficial, por lo menos en el Archivo Técnico del INAH, en Ciudad de México”, externó.
Para la creación del macrolibramiento en 2011, el INAH hizo salvamentos al sur de la Laguna de Cajititlán, pero tampoco se han encontrado polígonos de protección.
“En el caso de reconocimientos oficiales de los sitios en la zona de la ribera de Cajititlán estamos en cero, porque no está claro que se haya dado delimitación de un polígono de preservación a los sitios registrados por el INAH en la parte sur; aunque no es descartable, pues ya se hizo el salvamento propio del INAH, como parte de la obra federal que fue la del macrolibramiento, cosa que aún no está disponible en el Archivo Técnico del INAH”, recalcó.
En cuanto a la zona de la ribera norte de Cajititlán aún no hay registro de los sitios en términos legales, pero a través del Proyecto Arqueológico Acaxititlán se espera que se logre su reconocimiento.