Supersticiones, creencias tradicionales y leyendas, están ligadas entre sí, pero varían según la región en la que se cuenten.
En Colotlán hay supersticiones ligadas a la época de la cristiada, compartió Ibis Vianey, profesora de Literatura, Arte y Culturas Hispánicas en el Centro Universitario del Norte (CuNorte) de la Universidad de Guadalajara (UdeG).
Por temor a saqueos, en esa época de batallas, los fieles católicos y las iglesias optaron por enterrar sus pertenencias y riquezas.
“La superstición es que si encuentras, o si hay humo en una casa vieja, o las rancherías, es porque hay dinero”.
Se supone, dijo, que sólo las personas sin ambiciones pueden encontrar el tesoro, porque si piensan en qué gastarlo, el dinero se convierte en tierra o tepalcates.
“Se tiene la superstición de que muchas familias del norte de Jalisco que se adineraron fue porque se encontraron dinero de esta forma”.
Supersticiones, leyendas o creencias
En Mezcala, en Poncitlán, una leyenda también genera supersticiones, aunque también hay creencias arraigadas que las superan, compartió Manuel Jacobo, habitante de la comunidad.
“Estudiamos parte de la historia de nuestra comunidad y es ahí donde hemos dicho: ‘es que esto no es una superstición, es una creencia’; y una creencia es parte de algo que se vivió y formó nuestra cultura.”
Entre la centena de leyendas de Mezcala, se encuentra una sobre la Cueva de la Guajolota, y que también tiene algo de superstición.
Manuel Jacobo compartió que cuando llegaron los españoles, separaron a todos los que hacían rituales diferentes al catolicismo y los llamaron brujos.
“Los mandaron a la Cueva de la Guajolota. a partir de ahí, ellos empezaron la superstición de que estos supuestos brujos se convertían en guajolotes o tecolotes ”
Aseguró que las creencias tradicionales tienen su comprobación gracias a que quienes las cuentan son quienes en carne propia experimentaron el suceso, y eso las diferencia de las supersticiones.
Como cuando una persona lleva a un niño al Lago de Chapala y tiene que mencionar su nombre para que su alma no se quede en el agua.
“Solo les llaman por su nombre, porque si no lo hacen, en la noche se ponen a llorar porque olvidaron su ánima y la forma en que lo curan es pasarlo sobre el fogón”.
Fotografías: Ayuntamiento de Colotlán.