Por Dulce Polanco
Tengo la ventana abierta de mi cuarto, mientras toco la melódica para practicar, porque apenas estoy aprendiendo y aparte tengo mucho calor.
Frente a la casa, aquí en el Barrio de El Retiro, hay un niño de nombre Leo, que es más vago que la chingada.
Entonces, mientras tocaba una rola que sale en Naruto, que se llama “Sadness and Sorrow”, se acerca de pronto y me dice: “Oye, ¿me tocas la rola que estabas tocando ayer?”.
Yo le respondí que sólo me sé como cuatro y que todas las toco para que no se me olviden.
Entonces, inicié con la rola de la Banda MS feat. Snoop Dogg (“La maldición de extrañarte”). La mirada del niño se veía confundida y luego con su cabeza hizo una seña de que esa no era.
Proseguí con la de “Recuérdame”, de la película Coco, y su sonrisa creció de pronto.
Comenzó a cantarla mientras yo la tecleaba.
Hace poco vi que Leo tiene un acordeón, que lo hace sonar de vez en cuando.
Quizá le interese la música, quizá solo andaba de chismoso ese día, quizá justo en ese momento quería cantar la canción, no lo sé; pero sentí bonito que me la pidiera y poder complacerle.