Cuando algo lesiona la piel profundamente puede dejar una marca que, aunque sane, no desaparece por completo, sino que deja una cicatriz.
En Guadalajara ocurrió algo similar con una de sus vialidades más importantes: la Calzada Independencia, avenida que atraviesa parte de la metrópoli, de sur a norte, como una especie de frontera entre dos aparentes sociedades
Entre los tapatíos es común señalar a esta vía como un límite geográfico: “de la Calzada para acá, y de la Calzada para allá”, lo que ha servido a crear prejuicios entre quienes habitan Guadalajara.
Mientras en que al lado Poniente se le atribuye desarrollo y modernidad, el Oriente es relacionado con la marginación y la falta de oportunidades
Aunque se tratan de prejuicios sociales, esta percepción encuentra sus orígenes desde la fundación de Guadalajara, hace casi 500 años, con dos poblaciones muy distintas viviendo a cada lado del antiguo Río San Juan de Dios, lo que ahora es la Calzada Independencia, explica el doctor Bogar Escobar Hernández, investigador del Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades de la Universidad de Guadalajara.
“Guadalajara, desde que nace, nace como una sociedad clasista, porque las primeras casas se construyen en el primer cuadro de la ciudad, pero eran de las familias españolas, a ellos sí se les permite habitar esa zona.
Pero a los indígenas que venían con ellos no, a ellos se les manda a la parte Oriente del Río San Juan de Dios”.
El investigador relata que con el paso del tiempo se asentaron señalamientos negativos contra la sociedad del Oriente tapatío, usando a la Calzada Independencia como límite geográfico que separaba a dos guadalajaras, aparentemente con identidades distintas.
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Información: Pablo Miranda
Locución: Alejandra de la Garza
Esto generaba una barrera invisible que dificultaba la integración de los habitantes de cada lado de esta vialidad.
“Es una frontera que no es física, no es una pared, pero pienso que las peores fronteras no son las físicas, sino las que por prejuicios se convierten en una barrera de facto. Sí se puede decir física, en un sentido de que no te atreves a vivirla o recorrerla por los valores, anti valores o prejuicios que tienes respecto a cierta espacialidad”.
Una deuda con el Oriente de la ciudad
Aunque existen intentos por unificar ambas sociedades con obras como la Plaza Tapatía, el académico explica que aún faltan esfuerzos para consolidar el desarrollo social, urbano, cultural y económico del Oriente tapatío y con esto garantizar una igualdad de oportunidades para los que viven en ambos lados de la Calzada.
El antropólogo detalla que como medida complementaria se podría trabajar en derribar los prejuicios del Oriente de la ciudad, a través de actividades de orden educativo o cultural.
Así como con mejores oportunidades< de empleo bien remunerado y otro tipo de acciones que acentúen las características culturales y artísticas que tienen en común los tapatíos de ambos lados de la Calzada.
“Desde que la ciudad se fundó el 14 de febrero de 1542 empezó la estigmatización, segregación y eso genera un resentimiento, un desnivel, una situación de injusticia que llevamos siglos acarreando”.
Pese a que la Calzada Independencia sigue siendo un punto considerado frontera, Escobar Hernández refiere que la división que supone esta vía podría trasladarse a otras vialidades más al Poniente de la Ciudad: las avenida Chapultepec Federalismo, esto debido al crecimiento que se registra en aquella zona de Guadalajara.
Por sus más de 10 kilómetros hay plazas, universidades, estadios, mercados, fábricas, parques, monumentos. Sin embargo, La Calzada continúa siendo una cicatriz de prejuicios que marca una división entre los tapatíos.
“Es una herida abierta para la ciudad y para cada ciudadano de buena conciencia. Es una herida que se tiene que subsanar y hacer que cicatrice”.
Fotografías: Alejandro Castro / Flickr. Imágenes Históricas de Guadalajara