“¡Aquí, cosiendo!”. El tortero que vive enfrente de su casa siempre le ayuda a sacar su máquina a la banqueta, pues las lonas que cose no caben en la sala y sus nietos, al correr, se podrían tropezar.
Tiene las manos quemadas, lleva cerca de 45 años cosiendo bajo el sol. No recuerda quién, pero esa máquina se la heredaron y aunque ésta data del año 1884 le sigue dando de comer (sonríe).
Dice que el padre Benjamín era un buenazo en el futbol, por eso de joven se metió al seminario, nomás para chutar como él. Cuando descubrió que el sacerdocio no era lo suyo, trajo al mundo a tres hombres y cuatro mujeres.
Desde el año 1948 para acá se sigue llamando Pedro, y cuando hay trabajo lo encuentran en una esquina de la calle Antonio Moreno Oviedo del Centro de Lagos de Moreno, Jalisco, municipio de donde es oriundo, “Charquitos”, como él le dice.
Fotografías: Diana Laura Cervantes