Hijo de Sur de Jalisco, nacido hace siglo y medio en Ciudad Guzmán, José María Arreola es un personaje que dejó huella en su paso por la ciencia.

Con una curiosidad inmensa, este jalisciense inició su formación en el seminario, pero dejó las filas de la iglesia para involucrarse en la Física, Química, Astronomía y en el estudio de los volcanes.

La fascinación que tuvo por los volcanes de Fuego y el Nevado de Colima, en su ciudad natal, sólo fue el inicio de su camino por la investigación. Este científico fue de los más fieles observadores de estas elevaciones, llevando un registro inmenso y detallado de su actividad desde un observatorio en las cercanías.

“Fue un enorme curioso, alguien muy interesado en preguntarse por qué pasan las cosas, es decir, esa curiosidad científica nata que él mismo en un texto decía: ‘Yo nací en Ciudad Guzmán, me queda muy cerca el Volcán de Colima, y si uno crece en esos entornos es difícil que no te hagas preguntas de lo que está ahí’”, menciona el divulgador Juan Nepote.


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Un sabio que inspira

Este personaje ha sido estudiado de cerca por Juan Nepote, divulgador científico y quien desde hace más de 20 años empezó a indagar a Arreola y la historia detrás de los descubrimientos científicos que realizó, así como en los aportes que hizo a las áreas químicas, astronómicas y geológicas, después de haber iniciado su educación en el Seminario de Ciudad Guzmán.

“Una vez que se ordena como sacerdote se interesa más por temas educativos y de meteorología y astronomía, mayoritariamente, y luego por vulcanología al punto de que lo invitan a Colima y allá funda lo que mucha gente ve como el primer observatorio vulcanológico del país y uno de los primeros del Continente”.

Juan confiesa que su vocación de divulgador científico fue influenciada por el científico José María Arreola.Fotografía: Pablo Miranda

Aunque Arreola no contaba con la más avanzada tecnología en el observatorio, sí tenía pasión y gusto por el estudio del Volcán de Colima, lo que lo impulsó a registrar detalladamente su actividad y a recopilar información que los pobladores de alrededor pudieran aportar para el estudio más profundo e intenso de este coloso.

El trabajo de José María Arreola inició con el estudio de los volcanes; sin embargo, después empezaría a expandir su conocimiento a otras áreas, como la arqueología y las lenguas indígenas; incluso fue uno de los intelectuales convocados para el proyecto de la fundación de la nueva Universidad de Guadalajara, en 1925, en la que luego fue un profesor muy apreciado.

La curiosidad de este científico lo han llevado a ser considerado como un sabio; Nepote menciona que pese a esa etiqueta, siempre recordará aquella vez que le preguntó al escritor Juan José Arreola sobre su tío y sus peculiares formas de andar en bici.

“Le pregunté un poco por su tío: ‘oye, qué era de ese tío tuyo que andaba en bicicleta, se quedaba dormido, y como en 15 minutos despertaba y seguía pedaleando’. Esa imagen de un señor dormido en bicicleta me pareció muy linda y se me quedó muy marcada”.


Fotografías: Patrimonio UdeG, Pablo Miranda Ramírez

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Pablo Miranda Ramírez
Eterno aprendiz de reportero con interés en el Periodismo Científico. Colaboró en medios como El Informador, Radio UdeG Ocotlán, y en la Agencia Informativa Conacyt.