Piedra Rosetta de San Agustín


En el lomerío de “La Piedrera”, cerca de la zona habitacional de Lomas de San Agustín, Tlajomulco de Zúñiga, hay una piedra fuera de lo común: mide tres metros de largo, pesa casi tres toneladas y en su forma accidentada están trazados astros, huellas de pies y rostros (jeroglíficos ancestrales).

Se trata de la Rosetta de San Agustín o también llamada La Pata de Mula, que pese a ser el petrograbado más grande registrado en el Área Metropolitana de Guadalajara (AMG), se encuentra deteriorado por el vandalismo de la zona, por el grafiti y pozos creados por quienes buscaban algún tesoro.

No se puede cuidar lo que no se quiere y no se quiere lo que no se conoce, por eso González Rizo, con ayuda de los miembros de la asociación civil que preside (Xalixco. Estudios Históricos y Patrimonio Cultural), emprendió un proyecto para llevar una réplica de dicha piedra al Museo de Arqueología de San Agustín.

“Quisimos que hubiera cercanía con estos vestigios. Hicimos la maqueta de la Rosetta con una técnica de papel que parece fibra de vidrio y un armazón ligero; es de la mitad del tamaño de la piedra original y permite observar bien los motivos que están grabados”, indica.

Dañada. La piedra original está ubicada en un lomerío de San Agustín y por sus dimensiones es difícil de extraer. Se han identificado daños por el vandalismo que es común en la zona

El proyecto vio la luz gracias al Programa de Apoyo a las Culturas Municipales y Comunitarias (PACMYC) de la Secretaría de Cultura de Jalisco, con el que se crearon tres mobiliarios para el museo; éstos se pueden manipular, rayar o calcar por los niños.

Dichos trabajos fueron entregados el pasado 27 de marzo e incluyeron una línea de tiempo interactiva sobre la historia de Tlajomulco, memoramas de las piezas relevantes del museo, entre otros trabajos.

El académico y su equipo han estudiado este municipio sureño de la Región Centro, en el que han identificado alrededor de 20 sitios arqueológicos, gracias al proyecto “Acaxititlán”, que dirige junto con otros colegas arqueólogos.

“Aún hay áreas que no sabemos cuántos sitios hay, como en la ribera norte de la Laguna de Cajititlán”.

Añadió que dichas zonas identificadas en Tlajomulco no se han registrado oficialmente ante la Coordinación Nacional de Monumentos Históricos, pues el INAH no tiene los datos de los sitios que han registrado, y eventualmente se los dará a conocer cuando concluya su investigación.

Vestigios arqueológicos, más vulnerables

El patrimonio que está más propenso a desaparecer son las zonas arqueológicas, en particular los sitios rupestres, “que son vulnerables a la mutilación, degradación y saqueo, ya que están aislados o no son parte de un sitio monumental y son de menores dimensiones”, asegura González Rizo.

Maqueta Petrograbado La Rosetta
Maqueta. La réplica, que es de menor dimensión a la original, se encuentra el Museo de San Agustín para que los niños conozcan sus relieves y significados de los grabados

En el caso de las siete zonas arqueológicas que se encuentran en Zapopan (El Grillo, Tesistán, Los Padres, La Coronilla, El Tizate, Santa Ana Tepetitlán y El Ixtépete), tienen como enemigo al olvido por parte de las autoridades y la ciudadanía.

“En Los Padres (montículos cercanos al Colli) hay un problema de presión inmobiliaria en el terreno, especulación, y hace no mucho el terreno fue utilizado como helipuerto”, dice. Dicha situación ocurrió en septiembre de 2018, cuando la empresa Tequila Flying Experience utilizó la zona para que helicópteros despegaran y aterrizaran, lo que derivó en un daño en los vestigios; ante tal situación el INAH generó un dictamen y presentó denuncias.

El 21 de enero de este año, la UdeG dio a conocer la problemática e interés inmobiliario que hay en El Grillo, localizado a un costado de Periférico Norte; que, pese a estar contemplado en el catálogo de sitios del INAH, presenta una disputa entre presuntos propietarios del terreno, afectando así el patrimonio cultural.

Fuente: Universidad de Guadalajara
Información: Iván Serrano Jauregui
Fotografías: Cortesía

FuenteUniversidad de Guadalajara
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