Un ciclista profesional, o al menos así parece por el outfit que lleva, aumenta la fuerza que sus piernas aplican a una ligera bicicleta de montaña; el sujeto va por avenida Américas rumbo a Zapopan, ya pasó la curva de Loma Blanca y está a una cuadra de la calle El Mixtón, donde se ponen los tamales del ISSSTE.

El hombre va por la subida que cualquier usuario promedio de la bicicleta repudia, ésa que algunos llaman, o al menos yo sí, “la subida del diablo”, nombre que alude a algo que parece una condena ganada por vivir en este lado de la ciudad; aunque algunos otros la podrían llamar “de la penitencia”, porque los fieles que van rumbo a la Basílica, que buscan pagar mandas, hasta se la avientan hincados.

Guadalajara está en una llano, dicen los que saben: plano desde La Minerva hasta el Centro, de la Glorieta Colón hasta Tránsito y desde laza del Sol hasta el ITESO. Amados por Dios son quienes en su rila van a diversos destinos tapatíos por la vía planita, pero no a quienes van a Zapopan, a esos que se los lleve el diablo, por lo menos los que tengan que pasar por la subida que lleva a la cabecera municipal.

El río Atemajac, límite natural entre Guadalajara y Zapopan, es el culpable de las barranquitas que trazan una ruta de sube y baja, que corre por alrededor de 10 kilómetros al norte de la zona metropolitana, y cuya pendiente se nota en avenidas como Acueducto, Américas, Ávila Camacho, Federalismo, la Saltillo, las calles que van a la Seattle, e incluso Periférico Norte, ya que del zoológico a las Fiestas de Octubre también se cruza esta corriente que provocó que estas vialidades fueran construidas en forma de columpios.

La geografía es la culpable de que los zapopanos que andamos en bici tengamos unas piernas dignas de futbolistas o levantador de pesas; sin embargo, eso no es garantía de que todos podamos llevar el ritmo del ciclista con traje fluorescente, que ya mero llega a Los Arcos; algunos tenemos que bajarnos de las dos ruedas cuando llegamos a la curva de Loma Blanca, porque si no no llegamos; y pues ni modo, que nos lleve el diablo.

Fotografía: Archivo.

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Iván Serrano Jauregui
Reportero de Ciudad Olinka. Ha colaborado en Gaceta UdeG, Kä Volta, Revista Colibrí, El Diario NTR Guadalajara, Radio UNAM y Radio UdeG Ocotlán.